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lunes, enero 21, 2013

Quest for Glory I - Valoración final

Bueno, pues ya está. La odisea por Quest for Glory I ha terminado. Hagamos balance de la aventura.

Para lo cual he llamado a mis dos asesores en esto de las críticas... Los dos tienen cara de cabreados por algo.

Primero los puntos buenos. Los gráficos, pese a estar completamente atrasados, no son demasiado horribles. Se puede saber qué es cada cosa sólo con mirar la pantalla, no me sangran los ojos después de jugar un rato e incluso diría que algunos diseños tienen bastante carisma (como el Antwerp). La versión VGA tiene mejores gráficos (obvious troll is obvious), pero después de haber jugado a los QfG II, III y IV no me convence para nada. Especialmente porque soy un fanático de cambiar entre correr y andar, de mirar todo el rato la hoja de personaje para ver qué habilidades han subido y demás y me parece que todo esto está mucho más accesible con este interfaz. Además, creo que la interfaz gráfica limita mucho más las acciones que puede hacer. De hecho en las versiones más modernas de la interfaz casi hecho de menos lanzar hechizos por nombre que ir seleccionando menús y buscando entre miles de iconos a ver cual es el que quiero.

En serio, ¿quién querría esto?

La aventura es entretenida y sabe capturar muy bien la mezcla entre juego de rol y aventura gráfica. Me encanta sobre todo la libertad que tienes para explorar todo el valle de Spielburg donde puedes hacerlo todo casi en el orden que quieras y tiene un montón de localizaciones interesantes. Los personajes, pese a tener poca conversación, tienen encanto y personalidad, incluso los más secundarios (como por ejemplo, el mendigo del callejón). La dificultad de los puzles no es elevada, lo que no sé si es bueno o malo. Probablemente no es más que un efecto secundario de tratar de dar varias soluciones a todos y cada uno de ellos. Si habéis seguido la partida, habréis visto que he resuelto casi todo a base de lanzar hechizos o de recurrir a la fuerza, pero opciones no me han faltado nunca, salvo quizá en la parte final. Además, me consta que cada clase tiene alguna localización especial o algún puzle propio. En el caso del mago es la partida contra Erasmus. El ladrón puede trabajar para su gremio robando a los habitantes de la ciudad. El guerrero... bueno, creo que no tiene nada. A cambio parte cabezas que da gusto.

Pero no es el único que puede hacerlo. Nótese que mi "mago" tiene más fuerza, uso de armas y esquivar que inteligencia y magia...

Y ahora las malas.

El sonido es nulo. A veces alguna tonadilla y algún sonido pero muy olvidable. Pensaba que odiaba el sistema de combate, pero tras jugar más entregas de la serie he visto que puede ir a peor. Mucho. Aún así, tener que luchar o entrenar tus habilidades resulta bastante tedioso. Especialmente al principio. Sin experiencia en cómo pelear y sin dinero para comprar pociones con las que recuperar la vida, maná o la fortaleza, luchas una o dos veces (si le pillas el truco en seguida) y te toca pasar el resto del día esquivando bichos o intentando descansar. No ayuda que además el rincón de Erana sea el único sitio del juego donde al descansar te recuperes del todo (y nadie te dice nada sobre ello). Que tus acciones tengan éxito en función de tu habilidad me parece una buena idea, sin embargo la cantidad de tiempo que tienes que pasar entrenándolas me parece desproporcionado. Mención especial a lo de tener que entrenar hechizos, ya que el maná es un recurso aún más escaso que la fortaleza. 

Y he aquí cómo acabaron mis hechizos. Sí, el límite es cien. Atrapar es la más alta porque me costó dios y ayuda atrapar la semilla...

Aunque he dicho que el interfaz es funcional y me gusta, me voy a quejar de las descripciones. Si se pulsa el botón derecho del ratón sobre un objeto, se obtiene una descripción. Hasta ahí bien. Pero objetos como la raíz de mandrágora no te dicen nada. Ni siquiera el nombre. Si se teclea LOOK en una habitación, te ofrece una descripción de la misma... de la que estos objetos también están excluidos. Así, por ejemplo, en la pelea en la base de los bandidos, los objetos que son usables no son muy diferenciables de los que no lo son.

A cambio, los mensajes que obtienes al pinchar en el vacío son graciosetes

Hablando de lo cual, la base de los bandidos. Casi todo el juego es moderadamente divertido salvo esta parte. Más concretamente, las habitaciones del salón y la habitación de Yorick. Todo el juego muestra una diversidad de soluciones envidiable, pero llegas  a esta parte y hay una única solución. Que además sólo puedes sacar a base de ensayo y error. La parte del salón es increíblemente frustrante, incluso a pesar de los numerosos mensajes de muerte con pistas sobre qué hacer a continuación. Reconozco que nunca he sido muy fan de las muertes en las aventuras gráficas (LucasArts 4evah!!!) pero lo de tener que morir repetidamente para encontrar la solución a un puzle me parece excesivo. También me parece un fallo de diseño que para encontrar la otra entrada a la base de los bandidos (una que no requiere destrozar la emboscada), tengas que volver repetidas veces a una localización a la que sólo una clase tiene motivos para volver. Usar esa entrada también es la única forma de conseguir la barba de troll de la curandera así que doble fail.

TLDR: Es un juego divertido. Creo que cualquier interesado en juegos de rol o aventuras gráficas debería darle una oportunidad (o a la versión VGA si no puedes con los píxeles), especialmente aquellos que recuerden con cariño hacer cosas como explorar, vivir una aventura y rascarse un poco (no mucho) la cabeza.


miércoles, enero 16, 2013

El fin... y el fin

Me levanté con una resaca de caballo y comprobando que pese a la borrachera de la fiesta seguía manteniendo el oro que tanto esfuerzo me había costado conseguir. Ya sólo me quedaban algunos detalles antes de acabar mi aventura: encontrar a la hija del barón, acabar con la amenaza de los bandidos y derrotar a Baba Yaga.

Previously on Deimar's... el barón estaba tan perjudicado que ni siquiera salió a recibirme

Dado que no tenía ni la más remota idea de dónde podía encontrarse la princesa (sólo que tendría que usar una poción de disipar para rescatarla) y que la guarida de los bandidos estaba fuertemente guardada, sólo restaba averiguar cómo entrar a la casa de Baba Yaga. Para mi sorpresa, cuando llegué a la casa de la bruja, la amable calavera que guardaba la valla me ofreció dejarme pasar si le daba la gema del gigante de hielo que tenía en mi posesión. Pues nada, hijo, pa ti pa siempre. Recité la rima que me había enseñado para hacer bajar la casa (con cuidado de no estar debajo cuando lo hiciera) y listo. Una exitosa incursión a la casa de Baba Yaga. ¡Qué fácil es ser un héroe!


Excepto que la bruja era algo más poderosa que yo. En la casa no parecía haber nadie, pero en cuanto entré  la bruja se materializó y me convirtió en una rana. Amenazaba con comerme, pero al ver que era un héroe (tengo que mirarme la espalda a ver si algún gracioso me ha pegado un cartel o algo), me ofreció perdonarme la vida a cambio de que recolectase para ella una raíz de mandrágora. La susodicha raíz sólo se puede recolectar justo a media noche y suele crecer en cementerios. Valoré mis opciones de convertirme en plato principal o enfrentarme a una horda de fantasmas y croé mi respuesta. Ella pensó que era un sí, y a mi me vale. 

¿Ciervo? ¿Jabalí? ¡Por favor, por favor, por favor, que sea ternera!

La bruja me volvió a convertir en personita y me dijo que debía estar de vuelta con la raíz antes del siguiente amanecer o si no... ¡Ja! ¡Ilusa! ¡No sabía que un servidor es campeón de maratón de su pueblo! ¡En un día puedo llegar muy muy lejos... salvo por el paso bloqueado por la nieve. Resignado, aproveche la mañana para prepararme la escaramuza de la noche. Una visita a la curandera a comprar ese ungüento anti no-muertos y algunas pociones. Un poco de ejercicio de brazo a base de matar goblins en la emboscada (a base de daga, de la que ya era un maestro, cosa que no puedo decir de mi maestría con los hechizos). Llegada la media noche, extraer la raíz fue sencillo. Con el ungüento encima, los no muertos me rehuían, así que no tuve problemas para coger la raíz y llevársela a la bruja antes del amanecer. Fiel a su palabra (algo que no esperaba), la bruja me perdonó la vida... y ya. Por si alguien lo está pensando, sí, toda esta aventura no ha servido para acercarme ni lo más mínimo a mi objetivo. ¡Bien!

El ungüento dura más bien poco. Por si no lo había comentado.

Entrar otra vez en la casa de Baba Yaga era un suicidio. Seguía sin saber dónde estaba la hija del barón. Sólo quedaba una opción entonces: el asalto frontal a la guarida de los bandidos. Llegué a la empalizada y empecé a correr para recibir el menor daño de las flechas de los arqueros posible. De un salto salvé la empalizada. Detrás me esperaban tres bandidos que no fueron rival para mi maestría con el acero (creo que deberían quitarme el carnet de mago). Seguí corriendo para escapar de las flechas y llegué al... erm... ¿fuerte de los bandidos? Creo que estos bandidos estaban aún más organizados de lo que me habían dicho...

El castillo del barón estaba bastante peor defendido...

El famoso minotauro de los bandidos se encontraba haciendo guardia en ese momento. Por suerte para mí, no me había visto (ni por lo visto había oído toda la batalla ni los bandidos a los que no había matado habían dado la voz de alarma. Quizá sí que les falte algo de organización...). Me escabullí detrás de una roca y le observé. Parecía algo cansado, así que le ayude a conciliar el sueño con un pequeño hechizo de Calmar. La puerta al fuerte estaba cerrada pero había una pequeña campana al lado. Consideré que era una buena idea no avisar de mi intrusión, así que crucé los dedos y lancé un hechizo de Abrir que... ¡funcionó! ¡ Aleluya, hermanos! ¡No es completamente inútil!

No estoy seguro de si ese sospechoso Jack-in-the-box es una trampa o no. Los arqueros por otra parte...

El patio interior del fuerte resultó ser un laberinto de trampas (no acabo de entender cómo pueden llevar a cabo funciones básicas como ir al baño sin perder gente en alguna trampa...) que salvé sin muchos problemas. Entré al edificio principal y cerré la puerta detrás de mí. Intuyendo que un grupo de bandidos podrían entrar por la puerta de la derecha, bloqueé la misma con una silla. Entonces entraron en escena tres bandidos de nombre Moe, Larry y Curley, con pocas ganas de hacer un nuevo amigo. Bloqueé su paso tirando un candelabro entre ellos y yo, y cuando procedieron a rodear la mesa para alcanzarme, salté sobre la misma, solté la cuerda que sostenía el candelabro balanceándome hasta la salida mientras ellos quedaban atrapados por el mismo. [Nota: Odio esta escena, hay que hacer exactamente lo que he descrito o mueres. Reconozco que tuve que mirar la solución de pura frustración]

Esta escena me hace odiar aún más a los programadores que la del cementerio siendo sinceros...

De repente pareció que había cruzado a la dimensión desconocida. O que el circo feriante acababa de llegar a la ciudad. Un laberinto de pasarelas que daban al vacío ocupaba la habitación, que tenía puertas extrañas en las paredes. En el otro lado de la sala, el también famoso warlock de los bandidos me esperaba. Noté que tenía ascendencia gnoma, y de repente todo empezó a cuadrar. El guardián del castillo me había comentado que cuando la hija del barón desapareció, el bufón real, un tipo de ascendencia gnoma llamado Yorick, había salido detrás de ella y nunca jamás se supo de él. Dada la habitación, le pregunté directamente si era Yorick. El pobre tipo se derrumbó y dijo que sí, que había descubierto que Baba Yaga había convertido a la hija del barón en la lider de los bandidos (da frak... ¿buen castigo? ¿creo?) y él había permanecido a su lado junto con el minotauro para protegerla mientras esperaban que un héroe la salvase. Pues nada, dicho y hecho. Aquí estaba ese héroe. Hora de quitarse de en medio, Yorick. ¿Yorick? ¿Por qué me atacas? 

Creo que es normal que nadie te ayude si intentas matarles en tu casa del terror... Just saying...

Disuadí a Yorick de enfrentarse a mí lanzándole un dardo de fuego de aviso. El bufón escapó por una trampilla dejándome el marrón de atravesar su laberinto. La mitad de las pasarelas eran trampillas que te dejaban caer al abismo, pero el abismo era un poco raro, y todo lo más que te hacía era enviarte rodando a la pasarela de la derecha. A base de meterme por puertas, llegué al lado de una palanca. Al tirar de ella, se abrió otra puerta que tuve que alcanzar corriendo antes de que se cerrase. Esto me llevó en frente de la salida, pero al tirar del pomo toda la pared se venció sobre mí, aunque por fortuna pude esquivarla. Era una puerta y pared de pega. Hay gente a la que deberían meterle un libro de chistes por el... Por la puerta de verdad. 

Uno está repasando sus libro de cuentas tranquilamente y de repente llega el típico héroe tocanarices...

En la siguiente habitación, me encontré cara a cara con el líder de los bandidos. Sin mediar palabra, el líder saltó la mesa que nos separaba y se plantó delante de mí, desenvainando su espada. Me apresuré a tirarle la poción de disipar y entonces se convirtió en la hija del barón. Me dio las gracias por salvarla (no sé de qué, si a estas alturas ya era probablemente más rica que su padre y con un montón de leales soldados a sus ordenes que tenían pinta de ser algo mejores en su trabajo que los soldados del barón...). Yorick apareció por una puerta secreta y me dio las gracias también. Ambos se despidieron de mí, aunque la chica me avisó que cogiera de su escritorio un espejo mágico y un par de pociones. Entonces los dos se teleportaron. Porque claramente haberse sacado el título de mago por correspondencia me dejaba en muy mal lugar. Cogí los objetos y escapé antes de que el resto de bandidos entrasen en la habitación y tuviera que darles explicaciones que lo mismo no iban a tener en consideración.

Erm... ¿te he disipado las mechas? ¿estás más delgada?

Y con esto escribí mi tesis en psicología sobre el síndrome inverso de princesa Disney

El pasadizo secreto me llevó hasta el bosque de nuevo. Había sido un buen día. Había derrotado al líder de los bandidos y rescatado a la hija del barón en una sola mañana. Seguro que el barón me daba un fiestorro por todo lo alto otra vez, y entonces ya sólo me quedaría acabar con la Baba Yaga. Me dirigí al castillo, donde fui recibido con los más altos honores. Todo el pueblo estaba reunido allí conmigo. Me nombraron Héroe de Spielburg, me dieron un montón de comida y bebida, una cuantiosa cantidad de oro (que me habría venido mejor antes... brujas...) y Sheema, Shameen y Abdulla me convencieron en plena borrachera para ir con ellos en su alfombra voladora a su tierra natal, Shapeir, porque también estaban buscando un héroe. Les dije que sí por eso de estar ya caminando a cuatro patas (y sospecho que hubiera dicho que sí a cualquier cosa). Nos despedimos de todo el mundo, despegamos y vimos todo el valle desde el cielo. Plácido y tranquilo con la seguridad que da haber acabado con todo menos con Baba Yaga y por extensión, con la maldición que pesaba sobre el barón. Los títulos de crédito empezaron a rodar y... ¡Un segundo! ¡Y una leche vamos a acabar así! ¡Mis ancas de rana claman venganza! ¡Yo te invoco, "Cargar partida"!

 No, no, no y no. Frak you y a la bruja. Esto no va a quedar así.

El pasadizo secreto me llevó hasta el bosque de nuevo. Pensando que posiblemente me saldrían cosas que hacer que me alejarían de Spielburg si me acercaba por el castillo, fui directo a enfrentarme con Baba Yaga. Antes de entrar preparé el espejo mágico. Cuando Baba Yaga intentó volver a convertirme en rana, reflecté su hechizo con el espejo y fue ella la que acabó criando ranas (porque un friking kobold que lleva toda su vida viviendo en una caverna tiene un hechizo para hacer rebotar hechizos pero yo necesito un espejo mágico... fml). Espero que no literalmente. Y ahora sí, alfombra mágica. Créditos. Nos veremos en Quest for Glory II: Trial by Fire.

¡Eso está mejor!

domingo, enero 13, 2013

El hijo del barón

Una vez con la poción de disipar en mi poder... pues ni idea de qué hacer. Ni rastro de ninguno de los niños del barón. Ni idea de cómo entrar a la casa de Baba Yaga. Todavía me quedaban un par de cosas que hacer sin embargo. Primero, había un gigante de hielo al que alimentar. Y segundo, ahora que tenía todos los hechizos podía volver a visitar a Erasmus para ver qué tripa se le había roto para qué necesitaba saber tanto hechizo.

Aparentemente, era un cuerno muy grande... Just saying...

Le compré unas cien manzanas a Hilde y marché a alimentar al congelado gigante. El pobre no tenía tanta hambre, con 50 bastó. Agradecido por saciar su apetito, me dejó una gema (mágica aparentemente, pero ninguno de mis hechizos hace nada útil con ella, no vaya a ser que resulte que puedo hacer algo). Dado que la gema no me decía nada ahora mismo, la guardé en mi mochila por si en un futuro fuese a necesitarla. 

Erasmus fue algo más difícil de contentar sin embargo. Pasé otra vez las tres preguntas (algunas cambiaron) y me dirigí una vez más a la torre. Erasmus volvió a preguntarme uno a uno los hechizos que conocía. Esta vez, ya conocía todo lo que necesitaba saber, así que pasé su examen. Me pidió que cerrase los ojos, que tenía una sorpresa para mí. Los cerré, impaciente por saber cual iba a ser el premio por mi búsqueda de conocimiento: ¿algún poderoso hechizo? ¿un bastón de hechicero? ¿mi propia torre de mago? ¿una partida al juego de mesa "El laberinto de los magos"?... ¿En serio? ¿Una partida al juego de mesa? Frak you, Eramus. Frak you.

¡Opción de suicidar a mi roedor ya!

El juego era bastante simple. Cada mago colocaba a un roedor en un laberinto. El primer roedor que llegase a la meta en la parte inferior de la pantalla ganaba. Los roedores tienen voluntad propia y se mueven hacia donde quieren/pueden, pero se les puede asustar con dardos de fuego. Abrir puede recolocar las piedras del tablero para abrir agujeros (se recolocan para tapar otro agujero, que no se puede elegir). Disparar permite cambiar el tamaño del roedor (pequeño para pasar por las cuevas, mediano para bajar y subir escaleras y grande, que no sirve para nada). Atrapar permite recolocar escaleras y puentes (esta vez donde tú quieras). No había reglas, se le pueden hacer todas las perrerías posibles al roedor del contrario para que no gane: quemarle; retirar puentes y escaleras de su camino, incluso cuando esté pasando por encima; y cambiar el tamaño de tu roedor a uno más grande que el del contrario para que lo pise si se cruzan.

No parecía un juego muy complicado, y Erasmus se ofreció a enseñarme su hechizo de Cegar si le ganaba, así que allá fui. No es sólo que me humillara, es que además se tomó su tiempo para hacerlo. Mis habilidades mágicas no estaban muy afinadas y me quedé sin energía mágica enseguida, por lo que a los tres hechizos ya no pude hacer nada durante el resto de la partida, que fue agónica hasta que Erasmus pudo empujar a su roedor a la meta. Claramente, necesitaba entrenar más.

Ya que estaba allí, me acordé que no le había preguntado por los bandidos (que hay que seguir la tónica de preguntarle todo a todo el mundo), pero todo lo que obtuve por respuesta fue que, en su no tan modesta opinión, ese warlock que acompañaba a los bandidos no sabía magia, ya que sólo usaba trucos de feria como bombas de humo.

Salí de allí dispuesto a enmendar mi falta de entrenamiento:

It's the eye of the tiger, it's the thrill of the hunt... ups... wrong one.

Varios días después, era una máquina de matar (sin hechizos, claro, a base de dagazo en el ojo) y tenía suficiente energía como para ganar a Erasmus (y que me sobrase, soy un hacha). Ahora que tenía el hechizo de Cegar en mi poder, era hora de hacer frente al ogro. [hipotéticamente, habría estado alguna que otra vez en la cueva que guarda el ogro y habría comprobado que necesitaba entrenar para hacer frente a este desafio que me habría costado la vida alguna que otra vez].

Nada  más llegar, lancé el hechizo de calmar sobre el ogro, que pareció perder las ganas de comer criadillas de mago. Me adentré en la cueva para ver qué contenía. Dentro había muy poca luz, pero pude distinguir la silueta de lo que parecía un oso. Al acercarme, el oso me amenazó poniéndose sobre dos patas. Esto me permitió ver que el pobre tenía un pie encadenado. Volví a lanzar el hechizo de Calmar (Best. Spell. Ever) y el oso me permitió acercarme. Intenté quitarle la argolla, pero parecía cerrada y toda la cadena tenía un aura mágica (gracias hechizo de Detectar Magia, muy útil... a diferencia de Abrir, que por supuesto no me permitió abrir la argolla...). No podía hacer nada por el pobre, pero la cueva continuaba así que me adentré un poco más.

Además del oso, residencia del sr. y sra. Pixel.

Llegué al final de la cueva, donde un kobold parecía habitar. El kobold estaba meditando en un altillo. Una mesa ocupaba el centro de la cueva, con un plato de hongos listos para ser comido. Lancé Detectar Magia para ver qué peligros podía esperar. El kobold emanaba una fuerte aura mágica, así como la llave que llevaba colgada al cuello, y también descubrí la existencia de un cofre invisible al lado de la mesa. Intenté Atrapar la llave, pero no lo conseguí y eso sólo despertó al kobold. Parecía enfadado y mucho más apto que yo en las artes mágicas. Se lanzó un hechizo protector y se puso a lanzarme bolas de fuego. Intenté responder con mis dardos, pero rebotaban contra su hechizo. Parecía una batalla perdida de antemano, ante un rival muy superior. Sólo restaba observar con pánico cómo descendía mi vida se escapaban mis efluvios vitales. Pero... ¡un momento! ¡El hechizo de Cegar!. Lancé el hechizo y un destello de luz cegó al kobold, dejándolo paralizado. Procedí a utilizar la técnica que tan bien me había funcionado durante mi entrenamiento: daga al ojo. Funcionó parcialmente, ya que tras un par de golpes, el kobold se teletransportaba al otro lado de la habitación (tenía que haberle elegido de maestro, parece bastante mejor que Erasmus...), teniendo que volver a cegarle.

Este pequeño ... kobold... merece mil muertes. En serio.

Tras una larga, larga, larga batalla, el kobold finalmente sucumbió a mi acero. Era una pena, pero eso es lo que les pasa a los kobolds hechiceros que viven en sus cuevas sin molestar a nadie. Que llega un heroe cualquiera y les lincha sin mediar palabra. Ley de vida. Como también lo es recoger los beneficios de la victoria: la llave. Porque obviamente, un kobold que vive en una cueva no tiene nada más. O si lo tiene, lo tiene en un cofre invisible, que amablemente estalló al lanzarle Disparar. El cofre contenía la mayor cantidad de oro que había visto nunca: 10 monedazas de oro. La cantidad de pociones (1) que iba a poder comprarme con ese dinero. ¡Rico!.

Al salir comprobé que el hechizo que lancé al oso había terminado. Volví a lanzarlo para que me dejase acercarme y le quité la argolla. El oso se transformó en un joven con pintas de noble que afirmó ser el hijo del barón. Con un aire muy pomposo que prácticamente me hizo lamentar haber matado al kobold, el muchacho me dijo que ya iba siendo hora, y que se volvía al castillo (¿un gracias al menos?). Por supuesto, lo hizo teletransportandose. Porque frak me.

Quizá nuestra graciosa daga decida introducirse entre tus costillas. Just saying.

Fui al castillo a por mi recompensa y, para mi sorpresa, me recibió el mismísimo barón en sus aposentos. Obligó a su hijo a darme las gracias (aunque más pareció que estaba perdonándome la vida) y me dio una cantidad de monedas de oro que podía considerar no despreciable. El pobre hombre parecía esperanzado de que pudiera levantar la maldición que pesaba sobre él, y estaba tan alegre que la fiesta que montó duró hasta el día siguiente. Aunque, francamente, no recuerdo nada más allá de las seis de la tarde.

Oro. Quiero oro. Dejate de rollos.

Uno menos. Una petarda y una bruja para acabar.

To be continued...

miércoles, enero 09, 2013

La poción de disipar

Siguiendo el consejo del zorro, me fui a visitar a la driada a ver qué se contaba. Volvió a preguntarme si era uno con el bosque pero esta vez le respondí que sí (que ayudar a la parlanchina fauna de este bosque debe contar para algo). Sin embargo, su respuesta no tuvo nada que ver con el zorro. Simplemente se alegró de que me identificase como amigo del bosque. Biatch.

Previously on Deimar's... otra pregunta que añadir a la lista de preguntas a las que siempre deberías contestar sí

Confiada en que era un amigo del bosque (tenía que haber matado al ciervo... y al zorro... y que haber practicado hasta la saciedad el dardo de fuego contra su árbol...), la driada me pidió que le trajese una semilla. Menos mal que ya había practicado lo mio para poder conseguir la de las plantas del acantilado. Una vez se la dí, me dio la receta para crear una poción de disipar y me dijo que me ayudaría a rescatar a la hija del barón. A saber:
  •  Flores del jardín de Erana (ez mode on, tendré que probar algunas porque parece que tiene cualidades mágicas, como la hierba de los medianos)
  •  Pelo verde (da fruck)
  •  Polvo de hada (¿y no le vale de mi ombligo?)
  •  Una bellota mágica (y un cerdo volador a juego, supongo)
  •  Agua voladora (odio repetirme pero... say what?, family guy style)

Según me estaba contando la lista me estaban entrando sudores fríos. Al menos dos de los ingredientes sabía donde conseguirlos pero del resto ni idea. Por fortuna, ella misma me soluciono el tema dándome la bellota mágica. Como era casi de noche esperé un poco para encontrarme con las hadas y pedirles unos polvos. Afortunadamente, las hadas son mucho más inocentes que yo y no me cruzaron la cara ante la petición, pero sí que tuve que hacer esto para que se dignaran siquiera a hablarme. 

Todo el mundo se cree un crítico...

Después de hacer mi mejor imitación de Jon Travolla en "Fiebre de la taberna de anoche" [¡yo también sé jugar con nombres!, mal, pero puedo] tenía ya en mi poder dos de los ingredientes. Las flores ya sabía donde conseguirlas por lo que sólo me faltarían el pelo verde y el agua voladora. Empecé a pensar cómo podría conseguir el pelo verde y tras un tiempo vergonzosamente largo de pensada me acordé de que el Meep amigable era verde. Efectivamente, la bola de pelo no tuvo problema alguno en darme un poco. Me fui a conseguir las flores y, aprovechando que era de noche, dormí en el jardín que al igual que la ciudad estaba protegido por un hechizo y nada podía pasarme ahí.

¿Cómo he podido olvidarlo?

Al despertar el día siguiente me sentí completamente estafado. Dormir en el jardín me había recuperado la vida, la fortaleza y la magia al máximo. Gratis. Sin pagar mi sueldo de chico de los estables por dormir. Que digo yo que qué le costaba a Erana mejorar el hechizo de la ciudad para ser tan bueno como el de aquí. Ya sabéis, dormir al aire libre sobre hierbas cubiertas de insectos y hormigueros a distancias poco prudenciales es más saludable que dormir en una cama. Frak you, Erana. Frak you.

Hice una visita rápida a la curandera para ir dándole ingredientes [hay un límite de peso que puedes llevar], ya que la driada me había recomendado que fuera ella la que hiciera la mezcla. Al darle las flores, me pagó por ellas lo mismo que la primera vez. La noche anterior había cogido también algunas setas mágicas, así que probé a dárselas y me volvió a pagar. Empece a pensar que si hacia viajes más cargado podría conseguir más dinero en cada viaje. Y una vez tuviera suficiente podría contratar a un segundo portador y entre los dos hacer más dinero. Y en pocos días montar un imperio que esquilmase todo su oro a esta curandera.. y después... ¡EL MUNDO!! ¡MUHAHAHAHAAHA! Oh, vaya. Sólo me deja hacerlo un vez más por un total de 3 setas y 3 flores. Frak you, healer. Frak you.

En fin, viendo mis posibilidades de negocio arruinadas volví a mi trabajo principal en esta historia: ayudante de establos. Y luego ya pude proseguir con mi trabajo secundario de salvar el valle y esas cosas sin importancia. No sabia nada del agua voladora ni idea de cómo conseguirla ni de quién podía ayudarme. Sin embargo, me quedaba una cosa por hacer respecto a mi aprendizaje mágico: visitar al ermitaño.

Ya, claro. Una vez tus poderes mágicos te pintan la escalera parece obvio...

Entrar en la casa del ermitaño resultó ser un pequeño desafío  La puerta de su cueva estaba situada en un saliente en la pared de roca al lado de la cascada. No había forma aparente de llegar allí y lo de escalar ya hemos dejado claro que no es mi fuerte. Podía abrir la puerta a distancia con el hechizo de Abrir (¡como no! ¡funciona con una puerta que no puedo alcanzar!) pero eso no servía de nada ya que se volvía a cerrar. Detectar magia tuvo un mejor resultado sin embargo, ya que me permitió ver la escalera invisible que llevaba a la cima. Una vez arriba y tras varios intentos de abrir la puerta que acabaron conmigo cayendo del estrecho saliente, resultó que la mejor manera de entrar era... llamar educadamente a la puerta.

Y recordad, niños, si no llamáis a las puertas están os golpearan en la jeta y os harán caer varios metros al vacío...

El ermitaño resultó ser un tipo de los más amigable, aunque su conversación no era especialmente interesante. Me ofreció su casa para dormir por la noche eso sí (gratis, porque las mejores cosas en esta vida son gratis y dormir sobre la paja en esta húmeda y fría cueva seguro que también es mejor que dormir calentito en la posada...). También me dio el pergamino de Activar, que permite hacer saltar campos mágicos a distancia. Y lo mejor de todo, me hizo sentir increíblemente estúpido (a estas alturas creo que no es difícil  en vez de mago debí haber sido bufón) cuando al preguntarle por el agua voladora me dijo que era la de la cascada, que se llamaba la Cascada Voladora.

Pero... si tu madre era una ermitaña y tu padre tambiñen... ¿cómo se conocieron? Este ermitaño huele mal...y además es sospechoso...

Y así acabó otro día más, con una poción de disipar en mi poder, un libro completo de hechizos y sin la más mínima idea de qué hacer a continuación...

To be continued...

domingo, enero 06, 2013

La valía de un mago

Siguiendo con la exploración del bosque encontré algunos lugares de interés más. El cementerio del pueblo (que está menos habitado, o no-habitado, por el día), la orilla del río que sirve de morada a la malvada bestia metálica que sospecho no tiene nada que ver con mi aventura, una casa al lado de una cascada, una galería de tiro donde practicar mi puntería con rocas y dagas (si yo tuviera de eso), la morada del único antwerp de Spielburg y el lugar donde los bandidos deben emboscar a sus víctimas. Como se me hizo tarde dejé para el siguiente día explorar la misteriosa montaña mágica, donde suponía que residía el mago Erasmus que Zara había mencionado.

Previously on Deimar's... ¡Ey! ¡Tenía una captura del ciervo después de todo!

 Este sitio está más vivo por la noche... (*wink* ¿lo pillas? *wink*)
 Un sitio para el que no voy a tener ningún uso...
 ¡Es tan mono! ¡Pero si hasta tiene bigotes!
 Bonito... poco práctico pero muy bonito...
 No shit, Sherlock!
No, no lo preferiría. De hecho, jugar a Code Name: Iceman es probablemente una de las cosas menos deseables...

Después de una noche de merecido descanso en la posada me dispuse a ir a la montañ... ¡un momento! ¡Mi vida y mana no se han recuperado por completo! ¡Pero qué demoni... erm... cachilucatres! Pues sí, al parecer esta posada no es demasiado buena, pues tras una noche entera de descanso no parecía haberme recuperado de mis aventuras del día anterior. Esto puede ser duro... 

En cualquier caso, y ante mi falta de medios, fui a hacer otro barrido a los establos para poder pagarme una noche de posada más. Paré también en la casa de la curandera para entregarle las flores y los hongos, por los que me pagó lo suficiente como para poder comprar el hechizo de Abrir. A lo mejor en algún momento consigo despegar... económicamente hablando, que el manual del juego el catálogo de hechizos de Spielburg no habla de ningún hechizo de levitar. Una vez acabados los quehaceres matutinos, era hora de visitar al mago.

Este no debió haber leído la parte sobre ser misterioso, tener una torre y no ser un hortera...

Un camino rodeado por nieve conducía hasta el montículo sobre el que se veía una casa rosada. Después de una escalada accidentada y costosa (que no sé cómo hice porque yo no entiendo de eso de escalar), me encontré a las puertas de la mansión. Al llegar, la gárgola que coronaba la entrada cobró vida y me dijo que para poder entrar debía responder correctamente tres preguntas:
- ¿Cual es tu nombre?
- Deimar
- ¿Cual es tu objetivo?
- Pues convertirme en un héroe
- ¿Cual es la contraseña del gremio de ladrones?
- Say whaaaat? Ni flowers...
- Correcto, no eres un ladrón

¡Mis ojos! ¡Mis ojos! ¡Es aún peor de cerca!

Tras este... curioso intercambio (la seguridad aquí es peor que en una cárcel de supervillanos), me adentré en la casa. Según atravesaba el dintel de la puerta, la gárgola me dio un consejo sin embargo, el de no tocar nada y subir directamente a ver a Erasmus. No pude evitar echar un vistazo (sin tocar, ¿eh?) a la casa y descubrir que había un montón de objetos venidos de lejanas tierras. Especialmente de un sitio llamado Daventry.

Ask me about Loom... No sé cual de las dos es más sutil...

Subí a la azotea donde se encontraba Erasmus, junto a su fiel y parlanchín rata, Fenrus. El mago me reconoció como a un igual y, encantado de tener compañía, me invitó a una taza de té y me hizo algunas preguntas sobre los hechizos que conocía. Estaba bastante satisfecho con mi conocimiento hasta que me preguntó por el hechizo Disparar, que no conocía. El hombre era un tanto... raro, incluso para un mago. Pero ya que estaba allí me decidí a interrogarle sobre magia a ver qué me contaba. Al parecer, un ermitaño llamado Enry poseía la última copia de Erasmus del hechizo de Disparar. También me contó que era posible que los Meeps supieran algo sobre algún otro hechizo. Al preguntarle sobre la maldición de Baba Yaga me habló acerca de una profecía que hablaba de un héroe venido del este (that's a me! Deimar!) que tenía que salvar al hombre de la bestia, sacar al chico de la banda (lo que demuestra que los grupos de Heavy son obra del demonio) y expulsar a la ogresa (a.k.a. darle una patada en el culo a la casa con patas).

Esperaba que en cualquier momento me hiciera esto. Después de todo lo visto en esta montaña, también esperaba que en cualquier momento apareciese un abogado reclamando derechos de Copyright... De hecho, eso es lo que hicieron los propietarios del HeroQuest...

Satisfecho con mis pesquisas me dispuse a mejorar mis aptitudes mágicas. Para empezar, fui a visitar a los Meeps. Conseguí hablar con uno verde que parecía no estar tan tarado como sus compañeros, y al preguntarle por hechizos, me dio un pergamino de Detectar Magia (suena apasionante... a ver si puedo detectar algo que no sea yo...). Fui al jardín de Erana a "abrir" la roca, a ver si podía descubrir el secreto. Entre una mezcla de alivio y decepción, descubrí que no había más pasos parar descubrir el secreto y al abrir la roca encontré un hechizo de Calmar (algo tal que así). Sólo me quedaba un hechizo del manual catálogo por descubrir, y lo tenía el ermitaño. El único lugar en el que podía vivir era en la cueva al lado de la catarata, así que hacia allí fui.

Sin embargo, mi camino se vio interrumpido al encontrarme un zorro atrapado en una trampa de caza. Normalmente habría ignorado al animal (o me lo habría comido, que empezaba a no tener ni para pagar la comida), pero cuando el animal empezó a hablarme y a pedir ayuda no pude ignorarle (empiezo a dudar de si existe algún animal en este bosque que NO hable...). Al liberarle, el animal me dio un par de consejos: que la driada podía ayudarme (captain obvious al rescate) y que a veces era bueno tratar bien incluso a la gente desagradable. Fue entonces cuando decidí cambiar de rumbo y volver a ver a la driada. Esta vez usaría todos los métodos a mi alcance para conseguir lo que quería. 

To be continued...

miércoles, enero 02, 2013

Amigos del bosque

¡Ah! ¡La luz! ¡Los árboles! ¡La hierba! ¡Las ardillas! ¡Los trolls! ¡Los goblins! ¡Los bandidos! ¡Los saurios! ¡Qué bonito es pasear por el bosque!

Previously on Deimar's... un $%$·& se niega a entrenarme y ahorrarme muchos problemas porque no sé usar un escudo... ·$%·$%

Pero primero vayamos a lo importante. Las leches. Desde que... erm... reorganicé mi memoria, no había peleado, pero ahora que tenía el hechizo de Dardo de Fuego en mi mano, era el momento de vengarme de tantas humillaciones no-sufridas-porque-yo-nunca-había-paseado-por-el-bosque-de-noche. Así que empecé a pasear por el bosque descubriendo localizaciones interesantes hasta que me asaltó un goblin. Ez mode. Le tiré un dardo de fuego, luego otro y nos trabamos en combate cuerpo a cuerpo. La barra de vida No se pueden ver señales de la salud del enemigo antes de llegar al cuerpo a cuerpo, así que sólo podía salivar esperando a ver cuantole había destrozado con mis dardos... 2 píxeles irrelevante. Combate perdido. Bueno, bueno, lo mismo es que como lo acabo de comprar no hago mucho daño porque no tengo mucho nivel, practiquemos lanzando dardos a ver si sube. Dos dardos. Sin maná. AAAAAAAAAAAAHHHHHH. Así que proseguí mi exploración del bosque a base de Save/Load. FML.

El valle de Spielburg en todo su explendor exceliano...

Mi primera parada fue la granja del padre de Hilde. Un centauro que también había sobrevivido a un ataque de los bandidos (la líder incluso le había curado... no acabo de ver cómo son tan temidos estos tíos, si son unos blandos...) y que tenía una granja justo al lado de la cabaña de la curandera. Como no tenía una conversación más allá de indicarme por donde podía estar el jardín de Erana, me despedí de él y me dispuse a encontrar el famoso rincón. No tardé mucho (a.k.a. un par de restores más tarde) en encontrar el famoso lugar. Un remanso de paz, donde los pájaros cantaban, las flores olían mejor, y una señora vestida de rojo iba persiguiendo chicas a las que hablarles de la herramienta que se usa para medir distancias cortas. Recordando lo que me había dicho Zara, me dispuse a descubrir el secreto que ocultaba el lugar. Seguro que era algo a la altura de mi afilado ingenio. Una prueba que sólo los mejores magos podrían superar. Unas rocas con runas que decían: "Si el secreto de Erana quieres descubrir, esta roca tendrás que abrir". ¡Ja! Sólo tenía que abr... ARE YOU ·$%·%·$% KIDDING ME?!?!?! 

Estoy casi seguro de que Erana pertenecía a LGBT...

Tras diez minutos pisando todas las flores que encontré (quedándome algunas para la curandera), pintando grafitis en las rocas y vandalizando el sitio todo lo que pude, seguí explorando el bosque. Lo primero que descubrí fue un ogro que guardaba una cueva. Afortunadamente el ogro debía ser alérgico a los excrementos humanos, ya que no me persiguió mientras corría en dirección contraria [hablando de lo cual, aquí gané en calidad de vida cuando descubrí que podía teclear RUN para que mi personaje corriese en vez de caminar... rollo pro]

Mi ataque con armas químicas no funcionó con este...

Mi ataque de daga al higadillo funcionó bastante bien contra este otro sin embargo. ¡Yay! ¡Mi primera vícti.. este... monstruo!

Cerca de allí encontré unas extrañas plantas en una pared de piedra que jugaban a pasarse una semilla de unas a otras. Dado mi frustración con el secreto de Erana, tenía que justificar mi decisión comprando hechizos, así que me preparé, estudié el movimiento de la semilla, y lancé un Alcanzar... que falló estrepitosamente... Creo que no había practicado suficiente el hechizo como para que funcionase... 

Intentar coger la semilla que se andaban pasando me hizo recordar mis tiempos en el colegio... Mi malos tiempos en el colegio...

Seguí caminando y encontré una emboscada de goblins. Afortunadamente no eran muy listos y fui capaz de esquivarles... esquivarles yendo hacia la casa de Baba Yaga. Con patas de pollo incluídas. Allí, la amable  y poco terrorífica calavera que hacía de guardia me informó de que para hacer bajar la casa debía decir las palabras "Hut of brown, now sit down". Al muy perro se le "olvidó" decirme sin embargo como atravesar la empalizada que estaba guardando. De todas formas tampoco estaba muy seguro de querer entrar. Volví a esquivar a los goblins y seguí corriendo.
Where is the goblin?

Y eso hace que e baje la empalizada, ¿no? ¿hola? ¿por qué te ríes?

Me encontré con un círculo sospechoso de hongos en el suelo. Cogí algunos por si pudieran ser los hongos mágicos que me había pedido la curandera (no es como su hubiera visto a un grupo de hadas durante alguna noche reuniéndose allí y diciendo que eran hongos mágicos...), y al ir hacia el oeste me encontré con una colonia de bolas de pelos que se escondían debajo de rocas llamadas Meeps. Intenté jugar al Whack-a-mole con ellos sin resultado. Como no sabía que hacer me fui de allí antes de que decidiesen ponerse agresivos o algo.

Seguro que tengo que "abrir" algo... 

Caminando por el bosque encontré de repente un ciervo blanco. A esas alturas del día yo estaba algo hambriento y el ciervo parecía, aparte de majestuoso y bello, suculento. Le seguí intentando ver si podía acorralarlo y acabar comiendo ciervo esa noche, pero me llevo junto a un raro árbol. Al aproximarme al mismo, una figura femenina se separó de él. Una driada. La driada me miró y me preguntó si era uno con el bosque. Miré al ciervo que pastaba detrás de ella, me lo imagine como una colección de filetes andante, y tuve que reconocer que no, no me había ganado ese título. Como la lechuga de grande pechos y excelentes piernas no fue de particular ayuda después de eso, me fui a seguir explorando...

No estoy seguro de si es una proposición indecente pero... acepto

To be continued...