domingo, noviembre 27, 2011

Deimar does Benelux (II)

[Previously on Deimar's...]


26/08/2009

Como Bruselas es un truño y nos queda poca cosa pro ver, hacemos un poco el vago. Bajamos a desayunar y nos subimos a dormir one more time. Vamos, que MrK se pone a dormir y yo, presa de mi complejo de no dormir si el sol está brillando en el cielo, me dedico a ducharme y escribir.



A las 11 salimos del hostal rumbo al Atomium, la estructura con forma de molécula de Fe que se encuentra a las afueras de Bruselas. Tardamos nos 25m en llegar en metro (la excepción a la regla de que todo lo visitable está a 1Km de distancia...). Sorprendentemente, este parece otro de esos países donde se fían de que vas a pagar el billete de metro y no tienen torniquetes ni revisores. Aún así pagamos, ¡shame on you por pensar que no lo hicimos!.

Salimos del metro en mitad de la nada... si la nada tuviera pinta de pueblo invadido por los nachis en la WWII. Entre los edificios podemos ver el Atomium despuntando, así que lo intentamos utilizar como guía para llegar. Sí, alcanzamos el previsible resultado de perdernos. Tras atravesar la jungla belga (bueno... había árboles... y era tupido...), varias carreteras y luchar contra la fauna local (¡libélulas!... erm... este... ¡libélulas gigantes! ¡peligrosísimas!) conseguimos llegar.


Mucho más grande de lo que aparenta en la foto...

La verdad es que es casi lo que más me ha gustado de Bruselas. Pese a la espera de media hora para utilizar el ascensor, la vista desde arriba es impresionante y la estructura también. Un poco claustrofóbico pero al menos pudimos ver desde arriba el parque con edificios en miniatura de debajo (y ahorrarnos entrar...).

A eso de las 1300 iniciamos el regreso a la civilización. Habíamos alquilado un coche de antemano y teníamos que recogerlo a las 1600 en el aeropuerto, así que empezábamos a ir un poco a contrarreloj, así que léase lo que viene a continuación con la música de Benny Hill en la cabeza y se nos imagina a cámara rápida...


La ciudad en miniatura... y no porque estemos muy alto... que también

Llegamos al metro, pero antes de cogerlo visitamos todos los restaurantes de la zona a ver si alguno nos gustaba. Como ninguno tenía pinta de no incluir cucarachas en todos sus platos, volvemos a la ciudad e intentamos ir al sitio de restaurantes que el día anterior nos había rechazado por ser demasiado tarde... Obviamente, nos rechazan otra vez porque eran las 1400 y tenían la cocina cerrada. Además, habíamos preguntado al mismo tío del día anterior, que al reconocernos tuvo a buen fin educar a bárbaros como nosotros en los misterios de los horarios de comida "decentes". Nos rendimos y acabamos en el último bar de la calle de la bolsa en el que no hemos comido. Es un restaurante danés, así que nos dejamos llevar y pedimos el "menú danés"... Para empezar el camarero se equivoca y me trae de primero tomates rellenos de gambas en lugar de las croquetas de queso que le había pedido (y esta vez asegurándome de que había pedido eso). Se lo indico amablemente (que tuviera un cuchillo en la mano era una circunstancia completamente independiente) y me lo cambia. De segundo, escalope danés... una guarrería consistente en coger un pez, un trozo de carne, hacerlos juntos y ponerle una salsa de marisco. Con el menú venía incluido el postre, a elegir entre una selección de quesos daneses, mousse de chocolate y otras cosas. El camarero nos trajo directamente los quesos sin preguntar. Tras probarlos, suponemos que es una venganza por lo de los tomates...

Habíamos pasado tanto tiempo en esa calle que habíamos cogido una cierta confianza con los habitantes de esa calle. Especialmente con un hombre que estaba siempre sentado en la terraza de ese bar bebiendo, mientras observaba a su perro en la acera de enfrente, al que había puesto unas gafas de sol y un cojín para que apoyase la cabeza. El perro resultaba toda una atracción turística y se notaba que estaba bien entrenado, ya que aparecieron cuatro perros (sí,  una manada de perros callejeros... ¿Bruselas mola?) que empezaron a ladrarle (probablemente cosas como "¡vendido! ¡muerte al asalariado!" y ni se movió, pero a los borrachos que se le acercaron casi se los merienda (momento en el que dejé de preguntarme por qué nadie le disputaba esa esquina).


Y ante la falta de fotos interesantes... moar Atomium!!


Salimos escopetados al hostal, recogemos las maletas y correteamos por Bruselas para llegar a la estación. Llegamos, cogemos los billetes, preguntamos el andén en la ventanilla y salimos corriendo a coger el tren del andén 6 que estaba a punto de partir. Sudados, cansados, con las maletas a cuestas subimos al tren y... hang on a second!! No nos subimos ya que no es el nuestro. Miradas incrédulas, volvemos a comprobar que ese tren no va al aeropuerto... Se suceden varios minutos de MrK corriendo a mirar la tabla de horarios mientras cuido las maletas. Vuelve, decido darme yo la carrera a mirar la tabla. Vuelvo, decidimos ir los dos para ver si así nos visita la virgen o algo. Total, que finalmente llegamos a la conclusión de que "cinqe" en francés es 5 (se pronuncia sanq) y no 6, como el traductor oficial de la expedición pensaba... y, por supuesto, el tren del andén 5 hace tiempo que partió.


Hora y media después de lo acordado llegamos por fin al aeropuerto y cogemos el coche sin muchas pegas (pero llorando por dentro al ver que ahora les íbamos a regalar una hora y media de alquiler que ya no íbamos a poder usar). Pero bueno, una vez motorizados salimos dispuestos a recorrer Bélgica a toda leche... o no. Hacemos los primeros 18Km en 2 horas debido a un atasco (pero conseguí dormir, yay!). Los belgas no tienen ni guarra de conducir por cierto. Ninguno ha oído hablar de cosas raras como el límite de velocidad o la distancia de seguridad. Además, aquí el que se une a un carril es el que tiene preferencia, por lo que conducir se parece más a unos coches de choque que a otra cosa...

Catedral #1

Al final llegamos a Ghent (Gante), una pequeña ciudad medieval por la que circulan coches, bicis, tranvías y autobuses cada uno por su propia vía. Es como intentar encontrar algo en el laberinto del minotauro. Tras muchas vueltas por la ciudad, incluyendo meternos un rato por las vías del tranvía, conseguimos aparcar y ver la ciudad. La verdad es que es preciosa, con canales y una plaza enorme con cuatro ¿catedrales? ¿iglesias grandes? who cares? (un pueblo belga no es un pueblo belga si no tiene al menos dos catedrales, preferiblemente una en frente de la otra).

Como era tarde, nos sentamos en una terraza al lado de uno de los canales para cenar (y ver si podemos aumentar el índice cervecil, que ya íbamos atrasados ese día). Total, nos sentamos, viene el camarero, le pedimos dos cervezas y le preguntamos si tiene algo de comer en inglés. El nos contesta que no. Mirada a la derecha, una pareja comiendo un bol de queso y fiambres, una mesa más allá otros comiendo lo mismo.Mirada a la izquierda, mismo panorama. Le miramos inquisitivamente. El nos mira desafiante. Nos callamos cual frutas para no invocar la venganza de los flamencófonos (one more time)...

Catedral #2

Salimos disparados hacia Brujas porque el hostal que tenemos ahí cierra la admisión a partir de las 2200 y ya íbamos a llegar tarde. Por supuesto nos perdemos, aparcamos lejos del hotal que podría haber sido el escenario de uno de los crímenes de Jack el destripador, pero conseguimos que nos alojen en nuestro hostal. En la recepción conocemos a M, un belga que sabe algo de español. O eso piensa él. Tras varios minutos de intentar descifrar que intenta decirnos, llegamos a la conclusión de que a las 2300 piensan salir de marcha todos los del hostal. Vamos, en 5 minutos. Subimos a la habitación a dejar las cosas y me entra complejo de Sherlock Holmes al entrar. Mis tres deducciones de lo que vi:

  • Hay al menos una tía, por unos calcetines de gatitos que hay colgados de la lámpara.
  • De las tres personas con las que compartimos habitación, dos de ellas van juntas, porque esas dos personas han dejado el mismo tipo de equipaje.
  • Uno de ellos es español, por una concha de Santiago que lleva en la mochila.
Sólo fallé la última... ¿quién iba a pensar que los koreanos también hacen el camino de Santiago?.

En cualquier caso, entra el miembro aislado de nuestra pequeña habitación. Un neozelandés que está de viaje iniciático (obligado por su familia) del que nos hacemos amiguetes. Nos vamos a la excursión con nuestro nuevo amigo. La excursión resulta ser un mojón. Todos los bares están a dos minutos del hostal en una plaza. La parte buena es que, al hacernos los antisociales y no sentarnos en la mesa con los demás, establecimos nuestro propio grupo de gente de pie, formado por el neozelandés, el fotógrafo del hostal (un tío de Alaska), el barman del hostal (un puertorriqueño) y un amigo suyo belga (que debía encontrarse bastante desplazado ante tanta internacionalidad). El amigo belga es graciosete, e intenta enseñarnos las cuatro frases para ligar con españolas que le ha enseñado el puertorriqueño (je, iluso, como si se dejasen...): "Tus ojos son dos chochos". Después de que los hispano hablantes nos partiésemos de risa durante 5 minutos (producto de la cerveza sin duda), el belga nos enseñó a decir "quiero mi minga en tu boca" en flamenco (intercambio cultural roolz), pero reconozco que no se nos quedó a ninguno (otra vez, lo achaco a la considerable cantidad de cerveza que llevábamos dentro ya...). Unas cuantas (muchas) cervezas después decidimos abandonar al grupo e irnos a dormir...

PS: El neozelandés me felicitó por mi inglés borracho. Lo atribuyo a que estando sobrio yo no abrí la boca y el pensaba que o bien no sabía inglés o que era mudo...


No hay comentarios: