domingo, mayo 05, 2013

Un orangutá... ough... digo... un simio

Previously on Deimar's: Asesinatos. Cal Davis. Tarjetas de acceso y contraseñas relacionadas con ajedrez. Otros detectives privados. Empresas chungas. And that's what you missed on Deimar's.

Vanessa había conseguido encontrar un recorte de periódico que relataba la muerte de Cal Davis, sin embargo no encontró nada sobre Sonny Fletcher, el detective que estuvo trabajando para Carl Linsky. No quería recurrir todavía a reducir el pago adelantado del caso para conseguir información, así que decidí investigar al bueno de Davis. Tras tantos años de patearme las comisarias de la costa este uno pensaría que debería tener más claro como funcionan las cosas...

¡¡Se lo vendo por un dolar!!

El detective Smiley Monroe parecía un vendedor de speeders. Ya lo estaba viendo. Una chaqueta a cuadrados, un muñeco hinchable con brazos agitándose al viento detrás, y una oferta que no podría rechazar en la que sin duda te colaría chatarra a precio de oro. Y nuestra conversación fue más o menos así. El hombre no me ofreció información sobre la muerte de Cal Davis hasta que no le dí 500$. Da gusto ver la integridad del cuerpo de policía. Y fueron 500$ malgastados, porque lo único que me dijo que no viniese en la noticia fue que Davis había muerto por ingestión de cianuro como decía la noticia... al confundir un vaso del mismo con una lata de coca-cola. Claramente Smiley era mejor extorsionista que detective porque su descripción de cómo sucedieron los hechos suponía que el profesor Davis tenía alguna tara mental grave.

Por 200$ más al menos le saqué la localización de Aaron Sterling, la última persona en ver con vida a Davis. Aaron era un gordo calvo de 45 años que había elegido como vivienda habitual una playa invadida por gente como él. A más de un ecologista le hubiera dado un ataque al ver tanta ballena varada. El motivo para visitar a este esperpento era que la noticia mencionaba que en su declaración, Aaron mencionó que las últimas palabras de Davis fueron algo sobre ajedrez, y sospechaba que podría ser su contraseña. Y efectivamente, la última palabra de Davis antes de decir "AAAAAAAAAAH!" fue "checkmate", una de las contraseñas de la lista. No sé qué decía sobre el tipo de persona que era que su último pensamiento fuera sobre su contraseña y no para su familia, pero tampoco es que me pagasen para averiguarlo.

Empiezo a pensar que Sylvia es el único habitante del futuro al que no dan ganas de pegarle de patadas en la cabeza...

Mi siguiente destino fue la casa de Davis. O la mazmorra de Davis más bien. El profesor tenía una casa en Santa Bárbara. Una antigua mansión con más de 100 años. La puerta estaba sellada con cinta policial, pero unas escaleras en el lateral de la casa me llevaron al sitio que sin duda iba a ser de mayor interés para mí: el sótano donde Davis tenía su laboratorio. Por desgracia, Davis también debía pensar que era el sitio más interesante de la casa, porque nada más entrar, una puerta de seguridad bloqueó el acceso al sotano detrás de mí y la alarma anti-ladrones empezó a sonar, informándome de que la policía llegaría en diez minutos.

Pensando que con la policía no iba a colar el truco del carnet de detective que había funcionado en la universidad, me dispuse a intentar desactivar la alarma lo antes posible. El sitio parecía sacado de una película de terror. Una de las paredes estaba cubierta por jaulas llenas de ratas. Una mesa de operaciones presidía el centro de la habitación. Y un mono de aspecto bastante peligroso me miraba a través de los barrotes de una celda que se encontraba al lado de la puerta. Hogar, dulce hogar.

El primer registro me proporcionó algo de información importante, incluso pese a lo apremiante de mi situación. Encontré un memo de la MTC que contenía la contraseña de Davis para el terminal Nexus que también encontré en el laboratorio. También un libro muy interesante escrito por el mismo Davis que hablaba sobre el control mental de primates a través de la implantación de un chip en el hipotálamo. Sin duda alguna, y dada la autopsia de Linsky, había encontrado el arma asesina. 

BEHOLD!!! ¡¡La primera captura de pantalla a 460x480 en lugar de 320x240!! (Por cierto, si pulsáis sobre una imagen se agranda)

Mi tiempo se empezaba a acabar y empezaba a estar más desesperado. Conseguí varias llaves que me dieron acceso a una caja fuerte, pero por desgracia dentro sólo había unas barras de galio por valor de 2000$. Desesperado, rebusqué entre las jaulas de las ratas, encontrando un destornillador. El tiempo apremiaba, así que empecé a rebuscar con mucho meno cuidado por todas partes. Finalmente, al tirar algunas de las jaulas al suelo, encontré la caja de control de la alarma y pude abrir la puerta. Antes de salir corriendo, me fijé sin embargo en que dentro de la celda del mono había una caja que probablemente tuviera la tarjeta Nexus de Davis, ya que todavía no la había encontrado. Tenía que encontrar alguna manera de librarme del mono o de hacerme con la caja.

Recordando mi visita a casa de Linsky, hubo un pastel maltés milenario que no pude rob... este... investigar ya que necesitaba un destornillador para apagar la alarma. Aprovechando que tenía uno en mi poder, volví a su apartamento y cogí el pastel. Mis habilidades detectivescas han debido oxidarse, porque la alarma saltó de todos modos, pero mi experiencia previa en casa de Davis me sirvió para encontrar rápidamente el interruptor al mover una caja debajo de la barra de bar del apartamento de Linsky. 

To be continued...

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