miércoles, diciembre 26, 2012

Primeros pasos por Spielburg

¡Ah! ¡Por fín en Spielburg! Parece que fue ayer cuando por fin me llegó mi diploma de la escuela de aventureros a distancia y decidí echarme al camino en la senda del héroe. Espera. Fue ayer. Acompañando al diploma de héroe venía un aviso que pedía héroes para la ciudad de Spielburg (como Stevun Spielburg, el famoso contador de historias), y aquí estoy ahora mismo, a las puertas de mi brillante futuro como el mayor mago que se haya conocido. Convenientemente, el paso que conducía a este pequeño valle ha sido bloqueado por la nieve. Un comienzo de libro (literalmente, tema 2 del curso de Iniciación a la aventura 101).
Previously on Deimar's...

El pueblo prometía. A mi llegada el sheriff me dio la bienvenida a la ciudad y me habló de los monstruos y ladrones que les estaban acosando desde hace unos meses. El problema había llegado a ser tan grave que el barón Stefan von Spielburg había decidido poner el aviso buscando héroes. Viendo la tremenda actividad  demostrada por las fuerzas del orden locales no me extrañó demasiado. Al menos el buen hombre tuvo a bien informarme sobre los puntos de interés en la ciudad entre bostezo y bostezo: una posada, un bar, un mercado, una tienda de magia, una tienda de equipo de aventurero y un local del gremio de aventureros TM (el gremio se toma muy en serio la protección de los derechos de sus miembros. Incluso cobran una tasa cada año a las ciudades que se han librado de algún mal gracias a uno de sus miembros en concepto de recordatorio).

 Una nueva amistad vale más que el oro... literalmente

El sheriff había mencionado algo sobre un mercader que había sobrevivido a un ataque de los bandidos que se hospeadaba en la posada, así que fui a interrogarle. Por desgracia no estaba, pero el gatuno dueño de la misma me informó que volviese a la hora de la cena si quería hablar con él [el juego es en tiempo real, las zonas cambian según a qué hora sean visitadas]. Decidí ponerme en camino hacia el local del gremio para presentar mis respetos y enterarme de otras tareas que requiriesen mi atención mientras esperaba. Por desgracia el sheriff no me había sabido indicar muy bien dónde estaba, y acabé yendo en dirección contraria.  Pero eso me permitió conocer a un montón de nuevos amigos, como Hilda, la centauro que tiene un puesto de fruta en el mercado (y que me convenció con sus encantos para que la comprase un kilo de manzanas), el vendedor de equipo, o a Sam, un mendigo que me otorgo la gracia de su conversación durante unos minutos  a cambio de un generoso donativo (si os lo estabais preguntando, el precio de la amistad son 5 platas). También entre al bar, lo vi, y decidí salir corriendo. Es probable que fuera mi imaginación pero creo que oí varios cuchillos clavándose en la puerta detrás de mí (pero en el breve tiempo que estuve dentro me hice con una sospechosa nota que encontré en el suelo).

En el hipotético caso de haber entrado, y de haber bebido "Aliento de dragón", hubiera muerto. Hipotéticamente.

Volví sobre mis pasos decidido a llegar hasta el local del gremio. Lamentablemente no contaba con encontrarme otra distracción en mi camino. La tienda de magia de Zara. ¡Ah! ¡Quién tuviera más dinero para poder comprar todas las maravillas que tenían en la tienda. Como por ejemplo el hechizo de Dardo de Fuego, que sonaba extremadamente útil pero que estaba completamente fuera de mis posibilidades (como el Fondo Monetario de Iniciados no paraba de recordarme). Podía comprar el hechizo de Alcanzar o el de Abrir sin embargo. Compré este último y mantuve una animada charla con Zara sobre los magos del lugar. Aparentemente, un tal Erasmus reside en la zona [con ese nombre, de fiesta. Fijo], con su casa en lo alto de una montaña (también está en el libro, también. En el epílogo sobre Clichés. Al menos no es una torre...), y sobre Erana, una poderosa maga que había lanzado un hechizo sobre la ciudad que la protegía de todo mal, y que había creado un jardín en algún lugar que contenía un jugoso secreto que cualquier mago iba a querer descubrir. Lo del hechizo lo corroboré al intentar Abrir una puerta de la ciudad... no es que realmente tuviera necesidad de entrar en una casa ajena (que uno es un héroe con moral, y no uno de esos héroes que te cobran y luego además te roban) pero hubiera estado bien que hubiera funcionado.

Todos los habitantes del pueblo se pasan la vida sobando...

Y por fin, llegué a la cofradía de aventureros. Que decepción. El único habitante del lugar era un viejo aventurero local medio sordo, que no paraba de hablar sobre sus aventuras pasadas. Mirando el tablón de anuncios (el gremio ha avanzado mucho desde que cambió la habitual forma de contratación basada en tabernas), descubrí que el barón ofrecía una suculenta recompensa (y el título de Héroe de Spielburg) por atrapar al jefe de los bandidos. Además, también ofrecía recompensas por encontrar a su hija perdida y tener noticias de su hijo, al que se creía muerto. La curandera local también ofrecía una recompensa por encontrar un anillo perdido y por componentes para sus pociones. Aunque el maestro del gremio estaba medio sordo, a base de preguntar consiguió informarme sobre una maldición que una poderosa ogresa llamada Baba Yaga [sí, esa misma. Casa con patas de pollo incluida] había lanzado al barón hacía años, y que era la causante de que tantas desgracias se hubieran producido en tan poco tiempo.

Sí, una maldición. La de la narcolepsia...

Armado con toda esa información, mi fiel cuchillo de cocina y los hechizos de Zap [se empieza con él, un hechizo ofensivo] y Abrir, me dirigí a explorar el bosque que rodeaba la ciudad. O bueno, como no confiaba en la utilidad de mi cuchillo, ni en la de mis hechizos, seguí el camino que abandonaba la ciudad a ver dónde me llevaba. La primera parada fue la cabaña de la curandera, que se encontraba a los pies del castillo. La puerta de la casa estaba cerrada. ¡Voy a usar mi primer hechizo! ¡Estoy fuera de la ciudad y ya nada protege a esa asquerosa puerta de mis asombrosos poderes! No. La puerta estaba bloqueada por dentro con un pestillo. Creo que voy a pedirle a Zara que me devuelva el dinero. El método tradicional de llamar dio mejor resultado sin embargo. Aparte de informarme sobre los precios de sus pociones (el ungüento de protección contra muertos vivientes está por las nubes) y de que le había desaparecido un anillo, me dijo que andaba buscando algunos ingredientes  como flores del jardín de Erana, setas mágicas (que conste que yo NO soy uno de esos magos...), garras de Cheetauro (je, pues suerte con eso) y una barba de Troll. Ya puesto, podía haber pedido la paz mundial.

Otra puerta que se me resiste... ¡Yo os maldigo, puertas!

Me dirigí al castillo pero se hizo de noche y la puerta estaba cerrada (por supuesto, Abrir también se niega a abrir puertas de rastrillo... espero que al menos me sirva para abrir latas de conserva...). Decidí volver a la ciudad a pasar la noche en la posada. El sheriff se "olvidó" comentarme que la ciudad cierra sus puertas por la noche. Pues nada, a dormir a la intemperie. ¡Ah! ¿Que no se puede? Pues nada, a explorar el bosque de noche. La peor experiencia de mi vida.

Exploré un pixel. Best. Explorer. Ever.

Goblins, Cheetauros, bandidos, mantas raya voladoras, Antwerps... El bosque es un lugar lleno de cosas que quieren matarte. El apodo que le han puesto es Australia. Mi primer combate fue contra un goblin. Intenté lanzar Zap antes de que se acercase para freírle desde lejos. Entoné las palabras. Hice los gestos. Noté la energía recorriendo mi cuerpo y dispuesta a salir disparada con mi último grito. El goblin me miró confundido. Yo le miré. Noté que mi cuchillo jamonero ahora brillaba ligeramente. Zap lo único que hace es encantar tu arma y que haga más daño en tu siguiente ataque. Debí dormirme durante esa clase. El combate subsiguiente me demostró que quizá había pasado demasiado tiempo leyendo libros de magia y muy poco practicando cómo y dónde se clavaba la parte puntiaguda.

      ¿Y la opción c cuál es?

Para poder explorar lo más mínimo tuve que recurrir a los mayores hechizos que he aprendido [Save + Restore] para poder sortear tanto encuentro aleatorio. Encontré una cascada y un río, a un gigante que pedía comida u hostias (y no de las consagradas precisamente), un grupo de hadas que me hicieron bailar, un árbol muy chungo, una emboscada muy obvia de goblins, un huerto y un cementerio hasta arriba de fantasmas. Apenas sí sobreviví la noche. Fue una experiencia tan horrible que no me quedó más remedio que recurrir al último recurso del libro de magos. El temible hechizo de Restart.

To be continued...

1 comentario:

pHonta dijo...

Bastante divertido! Espero el siguiente :D