domingo, diciembre 30, 2012

Así limpiaba, así, así...

Yendo de camino a Spielburg tuve un sueño rarísimo. Soñé que llegaba, la gente me contaba sus problemas, me gastaba todo mi dinero en un hechizo inútil y moría incontables veces debido a mi inexperiencia y mi debilidad física. Lo hubiera considerado una premonición si no fuera porque ni soy físicamente débil, ni me he gastado el dinero en el hechizo de Abrir (sí en el de Alcanzar, sin embargo). La parte de morir incontables veces sigue siendo cierta sin embargo.

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Pero bueno. Después de hablar con un montón de gente, que por alguna extraña razón no siento la necesidad de comentar a pesar de la cantidad de información que recibí, fui a visitar a la curandera para que me contase sus problemas. El principal de ellos era que la pobre había perdido un anillo. Al entrar me había fijado en que había un nido de urraca en el árbol fuera de su cabaña. Por alguna razón, pese a lo que mi libro comentaba sobre los inicios del aventurero, no había tenido que vérmelas con ratas de ningún tipo. No he podido librarme de este otro problema típico. Gracias a mi previsión al comprar el hechizo de Alcanzar pude recuperar el anillo del nido sin dañar al pájaro (¡ja! ¡Alcanzar 1 - Abrir 0! ¡Incluso a pesar de que nunca he tenido Abrir y no sé para qué podrías usarlo!). Devolví el anillo a su dueña que me recompensó con una cuantiosa cantidad de ducados.

Decidí volver al pueblo de inmediato por dos motivos: que no me cerrasen la puerta por la noche (mi sentido arácnido me dice que lo hacen) y segundo... bueno, hay un hechizo de Dardo de Fuego que tiene mi nombre escrito en él. Pude comprarlo por los pelos, ya que justo cuando salí de la tienda de Zara anocheció. Decidí explorar un poco el pueblo para comprobar si el comportamiento de sus habitantes cambiaba mucho durante la noche. En absoluto. Bueno, el sheriff y la anciana se habían ido a dormir a su casa, pero eso es todo. Aburrido, me fui a la posada a dormir.

Aunque si hubiera visitado el callejón en el que vivía mi amigo por la noche porque hubiera visto algo brillar, y hubiera intentado cogerlo, y hubiera sido asaltado por dos ladrones, habría muerto. Una vez más, esto es algo hipotético. Creo que el hechizo de protección de Erana también es algo hipotético que sólo se me aplica a mí...

Allí me encontré con una sorpresa que no recordaba que tenía que encontrar ahí a esta hora: el mercader que había sobrevivido al ataque de los bandidos. Su nombre era Abdullah Doo y provenía de la lejana ciudad de Sharpeir, al igual que los gatunos (se llaman a sí mismos Katta) propietarios de la posada, Shema y Shameen. Al parecer, los bandidos acabaron con toda su caravana, sin discriminar entre guardias y mercaderes. Les asaltaron una decena de bandidos, acompañados por un minotauro y un warlock de ascendencia gnoma. Abdullah sólo se salvó debido a la intervención de la líder de los bandidos, que decidió perdonarle la vida. Le dí la gracias, cenamos juntos y me dispuse a replantearme la carrera de aventurero y escoger la de cobarde. Luego me di cuenta de que no tenía otra opción, con el paso al valle bloqueado por la nieve y el precio de una noche en la posada podía contar en día en singular el número de noches que podía estar sin hacer nada... FML.


El nuevo día trajo aires renovados y me levantó el espíritu un poco. Dado el maltrecho estado de mis finanzas empecé a pensar en formas de ganarme la vida. Recordé que el sheriff me había contado que en el castillo ofrecían trabajo en el establo. No es que sea muy heroico pero a estas alturas me parecía más seguro que enfrentarme a un minotauro, un warlock y un ejercito de bandidos. 

El rastrillo del castillo estaba cerrado pero había un guardia patrullando la muralla. Costó un poco que me hiciera caso, pero al final pudimos tener una civilizada conversación. Todo lo civilizada que puede ser una conversación cuando los interlocutores están separados por 10 metros de muralla. El caso es que me contó bastantes cosas interesantes. Por ejemplo, me contó que la baronesa había muerto hacía tiempo. También que el hijo del barón había salido de cacería un día, pero que sólo volvió su caballo y no sabían nada de él desde hace años. Respecto a la hija del barón, aparentemente la había raptado una criatura alada. El barón envió un grupo de soldados a la casa de Baba Yaga porque sospechaba que era obra suya, pero los soldados nunca volvieron. Finalmente conseguí que me abriese el rastrillo pidiéndoselo amablemente.

Para pasarse el día paseando por la muralla este tío sabe de todo...

El trabajo de chico de establo es agotador. Estuve toda la mañana barriendo los establos por unas miseras 5 platas. Miseras, pero que es justo lo que cuesta una noche en la posada así que esta noche dormiré en caliente otra vez. ¿Yay?. El resto del castillo no era muy interesante. Conocí al maestro de espadas en el patio, pero se negó a entrenarme ya que no tenía ni idea de como usar un escudo (menudo maestro de armas que sólo sabe luchar con espada y escudo...). También comprobé que los soldados del barón padecían la misma enfermedad que el sheriff cuando visité los barracones: los dos sufren de me-pesan-los-$&%&-itis. Intenté tener una entrevista con el barón, pero los soldados me negaron el acceso al edificio principal (claro, son muy valientes y trabajadores cuando tienen que proteger una puerta dentro de nu castillo amurallado...).

Cuando limpiaba el establo en mi granja natal siempre soñé con limpiar el establo de un castillo. Si persigues tu sueños se cumplen.

Habiendo agotado todo lo que podía hacer en la parte civilizada del valle, me preparé para explorar todo el bosque. Pero esa, es otra historia...

To be continued...


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