lunes, septiembre 05, 2011

Visita a 1984

Como ya comenté, mi camello predilecto, en adelante Foly, se ha mudado a Londres en pos de un futuro más brillante, condiciones laborales mejores que la esclavitud el contrato de aprendizaje hasta los 30 y pastos más verdes. Es decir, que se ha venido a Inglaterra para conocer frescas inglesas (antes de que me degüelle, obviamente esto es una broma y puede ser o no el motivo por el que se ha venido pero en este punto él no ha dicho nada semejante. Es muy duro escribir sin usar millones de smileys así que espero que apreciéis mi sacrificio).  Así que, para celebrar su primera semana en este apestoso sitio el paraíso en la tierra, me pegué un paseo a la capital del imperio.


El viaje en autobús hasta Londres son 3h, y cómo el domingo tenía cosas que hacer (limpieza a fondo de la casa, que me dejó tan extenuado que no tuve fuerzas para escribir ayer... ¡en serio!), quería ir y volver en el día, así que madrugué para coger el autobús a las 8:30. Pese a mi experiencia del fin de semana anterior, cometí el error de llevar A Dance with Dragons (spam!!), la guía de Gran Bretaña, mi tablet, la psp, el futbolín, la tele, la piscina... En definitiva, que me pasé tres pueblos y no me faltó entretenimiento, pero no había Dios que moviese la mochila.

En cualquier caso, llegué a Londres con una sorprendente media hora de adelanto. Yo ya he estado en la ciudad una vez. Más concretamente, cuando Foly y yo fuimos a visitar a MrK un verano. Y la verdad es que no ha cambiado mucho: según me bajé del autobús ya vi mis dos primeros punkies. Crestas azules, moradas, rojas con chupas de cuero, pinchos y toda la parafernalia que te hacen pensar que esta ciudad lleva congelada en el tiempo desde los 80s. Y por supuesto, los "amigables" carteles sobre vigilar a tus vecinos, las CCTVs en los cuartos de baño, la policía por todas partes... Acostumbrado a vivir en Bristol esto último es incluso más chocante, que aquí la policía es eso, una pobre chica que se turna con sus múltiples personalidades para cubrir las 24h del día.

Después de la cow parade... El Gorilla Parade!!! (En mayúsculas, porque los gorilas se lo merecen)

Me encaminé hacia el metro para llegar donde habita temporalmente mi amigo. Había tenido la previsión de mirar el mapa de metro el día anterior (bueno, en realidad lo miré para ver la hora de cierre del metro, pero incluso eso muestra un grado de preparación muy superior al habitual en mis viajes). Al parecer, el alcalde de la ciudad tiene la increíble idea de realizar las obras del metro durante los fines de semana, lo que demuestra lo mucho que piensan los ingleses en los turistas (foreigners, go home?). Así, este fin de semana había como 5 líneas "parcialmente" cerradas por obras (donde el parcialmente es literal, y significa que sólo estaban cerradas de un extremo al otro en ambos sentidos... supongo que hace referencia a que dejan pasear al gato por las vías). Así que hubo que hacer un poco de ingeniería de mapas y trasbordos para llegar a la zona... y aún así el tiempo de trayecto fue menor que lo que tarde en comprar una Oyster card. Definitivamente ya no estamos en el pacífico pueblo de la campiña inglesa y hemos entrado en los terrenos de la jungla urbana londinense, porque hubo gente intentando colarse para comprarla, empujones, codazos, calor infernal en el metro... ¡Cómo echaba de menos la civilización! (no, va en serio, añoro mi metro... sad panda).

A veces les da por meterle fanta a las fuentes de Bristol... Y sí, esta es una segunda foto de relleno, por si quedaba alguien que se lo estuviera preguntando...

Cuando llegué a mi destino, Foly me estaba esperando. Primero fuimos por petición mía a dejar mi mochila en su actual morada, un picadero piso la mar de cuco en una zona bastante bonita y tranquila de la ciudad. De hecho, esta parte de la ciudad es otro mundo casi, primando las casas bajas (difícil ver por las cercanías algo de más de 4 pisos de altura) y los parques. De la casa, baste decir que casi me echo a llorar y me pongo a abrazar al microondas y la tostadora (aunque no quedan mal en el horno).

Como los dos habíamos visto básicamente lo mismo de Londres, fue fácil ponernos de acuerdo en qué ver. La primera parada fue Canary Wharf. La mayor parte de los turístas de Londres visita la zona clásica: el Big Ben, el parlamento, la abadía de Westminster, Buckimham, la torre de Londres... Bien, esta zona es lo más diferente a eso que se puede encontrar. Una isla artificial construída en mitad del Támesis que contiene toda la zona financiera de la ciudad, con "ilustres" habitantes como Finch, Bank of America o Citybank. Una zona de rascacielos de cristal que te deja ciego con tan sólo verlo por el rabillo del ojo. Hizo muy buen día, así que aprovechamos para sentarnos en alguna de las numerosas terrazas del lugar en vez de comer en alguno de los locales que hay en el gigantesco centro comercial que se encuentra en el subsuelo de la isla.

Cool!! ¡¡Cómo mola!! A la derecha los que han hundido la economía mundial, y a la izquierda... ¡también!

Nuestra segunda parada fue ir a visitar la zona de /grenich/ (Greenwich... ¿que por qué no se pronuncia /grinwich/? Porque estos bretones están locos). Esta zona alberga una escuela naval, alguna antigua casa real y un observatorio sin importancia por el que pasa no sé qué medianía. Como nota curiosa, el Greenwich Mean Time (GMT) en Greenwich es +1 y no 0 ahora mismo. Como nota aún más curiosa, a los británicos les ha dado por reconstruir un barco del siglo 19 llamado Cutty Shark, sin ninguna historia digna de mención, y estará listo para poder visitarse en verano de 2012... como si esperaran sacarle los cuartos a un gran flujo de turistas que pudieran venir a ver algún evento chorras como... hum... como las olimpiadas por ejemplo (¡Madrid 2012... erm... 20...25... 3000!).

Es importante enseñar a los futuros marinos qué tipo de amuletos no se deben colgar al cuello...

Aprovechamos la estupenda tarde para tumbarnos en la colina del observatorio y filosofar sobre el sentido de la vida y la diferencia entre el bien y el mal. Es decir, que hablamos de culos. El mío es más respingón. Y llegó el momento de planear la vuelta. Cogimos el cercanías hasta donde nos dejó, porque la espera para coger algo a donde queríamos ir era muy elevada. Pensamos que daría igual, porque íbamos a coger el metro. Y lo cogimos... salvo que el metro no quiso parar en nuestro destino. Mi gen mutante en su máximo esplendor, ya que la policía había cerrado la estación a la que íbamos. Así que tocó un paseo de 1h viendo el vecindario (y evitando las cargas policiales y a los que eran cargados... ¡¡cumplí mi sueño de saber como se siente un 15M en Madrid!![disclaimer: en realidad solo vimos a la policía tranquilamente en la calle. A mucha policía, sí, pero Timmy tiene que justificar que se cagase en los pantalones al ver tanto madero]).

Desde aquí la ciudad casi no parece la pesadilla de George Orwell...

Fuimos a cenar a un sitio donde ponían carne de canguro, avestruz, cocodrilo y cosas así de raras, y nos pedimos una hamburguesa de pollo y una de ternera. Porque somos así de hardcore. Finalmente Foly me acompañó hasta la central de autobuses (jugándose la vida para regresar), pero se quedó con las ganas porque no soy de los que besan en la primera cita, incluso aunque me acompañen a casa. Dormí las tres horas de vuelta a Bristol. Frak yeah!! ¿Será el fin de lo de no dormir en vehículos?.

Yo os saludo, habitantes del planeta tierra. (frak! se me olvidó ponerme el guantelete también, sad panda)


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