martes, agosto 09, 2011

Deimar does China (XVII)

[Previously on Deimar's... esto.]


10/07/2011

Hoy nos despertamos con una sorpresa. Hicimos la colada en el hotel, y tanto Chik como yo descubrimos que algunas de nuestras prendas habían sido contaminadas por una de las camisas que Pasa se compró en Xi'an. Su camisa roja para más señas. Sobre mi antigua camisa blanca, ahora mejorada con una nueva tonalidad rosa. Y la lección de hoy es: si compras ropa de color en China que los primeros lavados sean a mano y sólo de esa prenda. (Y también: no le destiñas una camisa a Deimar, que luego te lo guarda y lo publica en su blog... ¡desprecio infinito!).


La excursión de hoy es a Zhouzhuang. Es un pequeño pueblo (esta vez de verdad) de pescadores lleno de canales. Como si fuera Venecia (gondoleros incluidos). Pero antes de hablar sobre el pueblo, debo contar la historia de un joven aventurero, que guió a un grupo de desvalidos viajeros por las junglas urbanas en pos de ese objeto de leyenda llamado: autobús a Zhouzhuang. Es decir, que para una vez que me molo, lo voy a contar lo más épico posible.

El objeto de nuestros deseos

Las andanzas de nuestro héroe comienzan un día en el que se cruzó con unos viajeros que querían visitar el pueblo de Zhouzhuang, del cual se dice que tiene canales sobre los que podrías caminar a base de pasar de una barca a otra. Por desgracia, ninguno de los viajeros sabía como llegar a tan mágico lugar, pero por fortuna el aventurero había oído algunas leyendas sobre un vehículo de capacidad inigualable que salía de un extraño lugar llamado "Estadio de Shanghai", aunque les advirtió de que eso no eran más que leyendas (y que sólo sabían que salía del Estadio y que tenían 50 minutos para llegar antes de que partiese). El aventurero vio la duda en los ojos de los viajeros ante estas noticias y decidió actuar con rapidez, llevándolos corriendo para llegar al extraño lugar en tiempo record. El aventurero odia correr por cierto. Bueno, no, es falso, le encanta correr rápido (o todo lo rápido que puede, que no es mucho más rápido que dos caracoles apareándose), pero odia correr durante un tiempo sostenido. Y lo odia aún más cuando hace calor. Aún así, hizo de tripas corazón y fue abriendo camino, preguntando a todo bicho viviente que veía cómo llegar al autobús. Los bichos vivientes no hablaban ningún idioma que el aventurero conociese, así que tuvo recurrir a las artes arcanas, haciendo uso de un milagroso artefacto llamado smartphone que enseñaba a los bichos vivientes el nombre de Zhouzhuang en un idioma que comprendiesen. Y finalmente, el aventurero consiguió guiar a su grupo de viajeros a buen puerto.

Aunque "buen puerto" es ser generoso, más bien "orilla baja"

Resumiendo, descubrimos que en el Estadio de Shanghai hay un terminal de autobuses turísticos (para chinos, porque te llevan con un guía... que habla en chino). Lo malo de dejar ir el primero a un tío tan inocente como yo es que casi me la cuela un taxista a la entrada del sitio. Me preguntó que a donde iba, y al decirselo, me dijo que ese día no había autobuses a Zhouzhuang, pero Root (que como ya he dicho es el berraco del grupo y no tuvo problemas en seguir mi... erm... alocado ritmo) se olió a kilómetros la trampa y entró ignorándole. Dentro comprobamos que no sólo había autobuses sino que además el que queríamos coger salía 20m más tarde de lo previsto (aunque lo hubiéramos cogido igual con 5m de sobra, rollo pro, que buen líder soy).

Subimos al bus dispuestos a dejar sordos a los chinos a base de ronquidos, pero ellos debían estar enterados de nuestro plan y nos ganaron la partida de calle con una táctica muy sucia: la guía comenzó a hablar en chino por el micrófono... y no paró en todo el viaje. No, en serio, como hora y media de charla. No sé qué carallo contaría pero la buena mujer de seguro se gana el sueldo.

Seguramente estaba diciendo algo sobre unos turistas estúpidos que se cayeron al agua mientras saltaban de barca en barca...

El autobús nos dejó en un restaurante del pueblo donde comimos con los demás componentes de la visita (a.k.a. estábamos aislados en nuestra mesa de españoles mientras el resto estaba a su bola, pero en la misma habitación al menos). Inmediatamente después de comer, nos metimos en la zona de los canales del pueblo, que es de pago, pero la entrada va incluida en el precio del tour. Al principio seguimos a la guía, pero tras 10m nos damos cuenta de que es un poco estúpido ya que no nos enteramos de nada y ya sabemos a qué hora sale el autobús de vuelta (por suerte, la guía hablaba inglés), así que... ¡bon voyage turístas chinos!.

Good ridance! On a second though, that´s actually kind of cool...

El pueblo estaba extremadamente abarrotado. No sólo había muchísima gente en las aceras (quizá debería llamarlas orillas...), sino que los canales estaban repletos de barcas llevando gente también. Como los envidiosos que somos, decidimos que eso de que nos llevasen de paseo también iba con nuestro rollo, así que cogimos un paseo en barca de 1h30m. El viaje está bastante bien, se ven sitios de la ciudad algo menos atestados pero bonitos y sienta de maravilla después de haber comido (si yo durmiese en vehículos, podría haberlo hecho perfectamente

Por supuesto, y siguiendo con la tradición del viaje, nos hicieron tantas fotos a nosotros como nosotros le hacíamos al pueblo...

Si contratas la ida y vuelta, la barca te deja 20 minutos en la casa del señor este, y tú puedes decidir si entras o no. Nosotros no nos decidíamos, así que traté de ejercer mis poderes dictatoriales de liderazgo recién encontrados y saqué una moneda para que decidiera la suerte (no he dicho que fuese a tomar decisiones, sólo que iba a solventar el problema). Una moneda de una libra. Una moneda de una libra que le encantó al  viejete que cuidaba la casa. Así que me pidió mi moneda de una libra para verla, e inmediatamente nuestra barquera me tradujo que quería que se la vendiese, pero yo, que tengo la gracia moviéndome de un trozo de manteca congelado, al parecer le dí a entender que se la regalaba, para risas de todos ante mi cara de gilipoll de idiota al ver como el hombre se iba a corriendo a guardar SU moneda de una libra. Espero que al menos de verdad le hiciera feliz... Por si tenéis dudas, la casa es un mojón (salvo quizá por la estatua del tío a la que si le echas monedas empiezan a brillarle luces rojas y suena una canción).

¡Y además te daban té ilimitado! ¡con frutos secos!

Aún así, el viaje merece la pena yo creo. El paseo es muy chulo y la barquera nos cantó una canción preciosa a la vuelta (a cambio de un módico precio claro, después de todo, this is Sparta China). Sin embargo, quizá sugeriría cogerlo sólo de ida y volver andando viendo otras partes del pueblo. Además, lo malo que tiene ir con un tour es que la mayor parte del poco tiempo que teníamos para visitar el pueblo se lo comió el paseo en barca. Pero el tiempo que nos quedó, lo aprovechamos por las calles que no habíamos visto (y comprando en los puestos [en especial, el único recuerdo que me he traído]).

Pero es que con esa carita a ver quién es el guapo que no se lo lleva a casa. Also, behold the mighty diary!!

De vuelta, nos pararon en una fábrica de artículos de seda. La visita estuvo bien, te iban explicando el proceso de fabricación de la seda y podías toquetear piezas medio elaboradas. Además, no parecía especialmente cara. El problema es que es una parada para que compres, pero bueno, como digo al menos era moderadamente interesante.

Pero como sólo tengo fotos del pueblo... pues coméis más aún

Siendo la última noche en Shanghai, salimos un poco para ver People's Square (¡a la que le creamos su propia canción!. Basta con sustituir "Under preassure" por "People's Square" en esta canción. ¡Number 1 hit en las listas de viaje!) y El Bund de noche (cenando en un Pizza Hut, porque en el futuro, todos los restaurantes son Pizza Hut). Y sin más, nos volvimos al hostal (en taxi, claro, que el metro es operado por los lunis).

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