sábado, julio 30, 2011

Deimar does China (VIII)

[Previously on Deimar's... esto. Las imágenes de hoy están sacadas de búsquedas en Google.]

01/07/2011

La excursión que  teníamos planeada para hoy iba a ser al monte Hua (o Huashan), que incluye una visita al monasterio más peligroso del mundo, pero por diversos motivos hicimos una votación y debo decir que mi voto fue decisivo para no ir. En su lugar fuimos a visitar la pequeña pagoda del ganso (como es pequeña, no se merece la mayúsculas de su hermana mayor). Respecto al día, sólo diré que seguía haciendo un calor que haría esconderse a trabajadores de altos hornos, y que la pagoda está en un parque al aire libre. Sin casi sombras. Frak arquitectos chinos?


Los jardines de la pagoda están bien, pero la pagoda es un poco mojón y no merece la pena subir. La pagoda es una torre de piedra que se nota que no han renovado demasiado. Probablemente la mejor pista de ello es que los dos últimos pisos se encuentran derrumbados debido a un terremoto en 1556. Lo único que agradecimos de subir hasta arriba es que dentro de los pisos inferiores de la pagoda se estaba muy fresquito (yo me hubiera quedado de acampada de hecho). Cada piso es un pequeño habitáculo cuadrado con escaleras (o peldaños  puestos juntos esperando que se pueda subir por ellos, aunque sea a gatas) de subida y bajada. Son 14 pisos y literalmente no hay nada en ninguno (descontando a los chinos que puedas encontrar rezando en algún que otro piso, pero no los cuento como parte del mobiliario), así que sólo merece la pena por las vistas desde la parte superior de la pagoda, y no son demasiado espectaculares.

Al menos han tenido la decencia de quitar los escombros de la parte superior...

Dentro del parque, se encuentran algunas cosas curiosas. La primera es un templo (taoista me imagino, había una falta alarmante de budas así que... en cualquier caso, ¡50%!) donde Pasa nos demostró que los efectos de la poción mágica todavía le aguantaban. Había una campana gigante y te dejaban hacerla sonar con un tronco con cadenas que había al lado (por un módico precio). Yo esto lo he visto en animes. Lo qu eno había visto ni experimentado en persona es comprobar cómo el tronco se puede astillar del golpe. Sospecho que la encargada tampoco dada la cara que puso y las miradas que le echaba a Pasa. Creo que no pudo alegrarse más cuando Pasa terminó con su tercer golpe (tres golpes para conseguir buena suerte).

Después de las leches que le metió Pasa, no sabremos cuanta vida le queda a la campana...

Dentro del parque también se puede visitar el museo de historia (en genérico, aunque un poco centrado en la pagoda). Es otro mojón. Concretamente, Root nos convenció de ver una película (¡usando hologramas ni más ni menos!) con la historia de la pagoda. Creo que al resto nos convenció especialmente la posibilidad de meternos en una sala con aire acondicionado y convertirnos en cubito de hielo, pero el caso es que acabamos entrando a ver la película. A excepción de poder ver a chinos vestidos de época haciendo el gamba, la película carece de interés y debería ser evitada a toda costa (salvo que os atraiga la posibilidad de sentaros y estar fresquitos). El resto de museo es una exposición de vasijas y demás, pero nada impresionante o llamativoque te llame mucho la historia china.

Después de salir del jardín, fuimos a buscar el mercado de antigüedades de Xi'an, que según el mapa se encontraba a distancia cercana (a.k.a. no estaba cerca at all. Mira que estoy avisando sobre las escalas y aún así caéis...). Como el paseo se iba alargando cada vez más, decidimos parar a comer en un restaurante un poco pijillo que encontramos por el camino (no es que hubiera muchos más). Cuando entramos, nos convertimos en el centro de atención de todo el personal del restaurante, y eran unos cuantos. La única camarera que sabía algo de inglés estuvo toda la comida rellenándonos el te mientras decía "hi" y se descojonaba. O se acercaba a Chik para decirle cosas en inglés que acababa de mirar en algún sitio. De hecho su fascinación llegó a tal punto que acabo diciéndole "I love yoyu" y pidiéndole su número de teléfono (lo que hace que Chik gane el concurso de popularidad con un margen infinito sobre el resto).

El caso es que parece difícil que pasásemos por alto una entrada así...

Pero aquí llegó mi desgracia. 7 días de viaje, bebiendo sólo agua embotellada, comiendo comida rara en general con algo de picante y un tío con síndrome de colon irritable son una combinación peligrosa. Y mi vieja enemiga aprovechó para atacar en mi momento de más debilidad, poniéndome a mi a la cabeza destacada del otro torneo del grupo: torneo sobre cruzar el umbral. Por fortuna, años de experiencia y sufrimiento me han hecho reconocer el temible poder de mi enemiga, y esta vez estaba preparado con un arma secreta, el igualmente temible Fortasec (y miles de gracias a quién lo inventase, se merece todo mi dinero. O al menos un parte minúscula de él).

El mercado de antigüedades resultó estar al lado del restaurante (al menos no tuvimos que andar mucho). Es un sitio bastante curioso, aunque muchas de las cosas se pueden encontrar en tenderetes de venta de souvenirs, y las más raras tienen un tamaño que no lo hacen apto para el transporte. Pero aún así, es un sitio por el que darse un paseo si estás en las inmediaciones.

Desde aquí decidimos ir a ver el templo de los 8 inmortales. Tiene un nombre chulo, pero si esperáis, como yo, encontraros las figuras de ocho míticos guerreros luchando contra el mal, os vais a llevar un chasco (como me lo llevé yo). Como está a tomá-po-culo (TM, tengo que proteger mis catch frases y estoy seguro de que nadie la ha registrado todavía) de donde nos encontrábamos, cogimos algunos taxis. El descojone del taxista que le tocó a mi grupo (el grupo guay) fue épico. Incluso estuvo un ratejo mofándose de nosotros preguntándonos si íbamos a rezar. Supongo que el sabía que no íbamos a encontrarnos con los ocho guerreros todopoderosos...

Me faltan centenares de chinos pululando para que sea como yo lo recuerdo...

El templo es curioso, pero saltable. Como cosas que molaron mucho de la visita hay que destacar que vimos un ritual daoísta y a la gente rindiendo culto. La forma de hacerlo, es coger varas de incienso, encenderlas y dedicarse al divino arte de creerse una bisagra. Afortunadamente, no lo hacen de cara a una pared o la podrían derribar a cabezazos, tal es la fuerza con la que se inclinan. Kaiser, llevado por el espíritu, hasta se compró un traje daoista (aunque dice que para usarlo de pijama... si los inmortales levantasen la cabeza...). Los inmortales son 8 divinidades que representan los aspectos de la cultura china. Cada uno tiene un poder (lo que me dió algo de esperanzas de encontrarme con una historia guay), pero representan aspectos como el poder militar (cool), los sabios (kewl), la nobleza (bueno... supongo que vale), los ancianos (erm... bueno, aceptamos barco), los burócratas (¿tendrá el poder de hacerte saltar de ventanilla en ventanilla?), las doncellas (¿poder de ser secuestradas Mario Bros-style?), los pobres, los enfermos y los desvalidos (aquí ya arroje todas mis esperanzas por el retrete... aunque el poder de pasar la lepra podría ser medio interesante...).

Los ocho inmortales... aunque yo veo un par al menos que deberían estar próximos a su destino final...

La visita está más o menos bien pero tiene un problema grave: es imposible coger un taxi o hacer que te acerque mucho. Alrededor del templo se extienden calles y calles de mercadillo (incluido un dentista callejero... auch. Agradeced que no tengo disponibles las fotos de Chik). Y no, las calles en principio no son peatonales, aunque en la práctica hay que tenerlos cuadrados para meterse con un coche por ahí. Una vez abandonamos la zona de mercadillo, parar un taxi demostró ser una tarea titánica, así que decidimos empezar a caminar hacia la muralla (todo lo que hemos visto hoy está fuera de la zona amurallada) a ver si por el camino encontrábamos algo. Tras desesperarnos, optamos por coger tres taxinetas de dos ocupantes (¡ja! ¡eso hacen dos equipos de menos mola!), principalmente porque empezábamos a temer no llegar a coger el tren a Beijing y todavía teníamos que coger las mochilas del hostal. Estuvo bien ver cómo los tres conductores se iban picando por ver quién iba primero... hasta que el nuestro se quedó extrañamente atrás. Había pinchado.

Por si a alguien le interesa el nombre real en inglés es auto rickshaw. Las de Xi'an son así sólo que mucho más cutres...

Y ahí estabamos Root y yo, con nuestros compañeros completamente perdidos de vista y sin posibilidad de coger otro taxi o taxineta a la vista. Genial, voy a quemar la pulsera en cuanto pueda. Por fortuna fue cosa de andar durante quince minutos hasta encontra otra taxineta que nos llevase... que obviamente se perdió varias veces, teniendo que entrar a preguntar a tiendas y demás. Bueno, el caso es que conseguimos entrar al tren. ¡Rumbo a Beijing con tan solo algo más de 15 horas de viaje! ¿yay?

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