Y no, no voy a hablar de los ingleses, sino de la variedad de bichejos que me he encontrado aquí (o al menos asombrosa para mí, que en Madrid, aparte de perros, gatos y palomas no sueles ver nada más raro... sin contar el hurón que me hizo ir a urgencias porque me mordió la cara). No me entendáis mal, no es como si cada día al salir a la calle descubriese una especie nueva en plan selva amazónica, pero sí que he encontrado animales que no esperaba encontrar. Una vez más me veo en la obligación de aclarar que no me refiero a los humanos nativos.
Empezaremos por los molestos y cercanos, las mariquitas (¡que no hablo de los ingleses!¡dejadlo ya!). Por alguna razón mi casa se ha convertido en un centro de convenciones para escarabajos (lo tuve que buscar, sólo para asegurarme de que no me iban a morder, pegar la malaria, etc...). Desde los más comunes "bichos bola" (aunque sólo he visto uno) hasta las más de 10 mariquitas que he visto volando por mi casa desde que llegué (sí, las he contado). No me resultaría nada curioso si no fuera porque estamos en invierno, miedo me da cuando llegue la primavera. Por fortuna, tienen la tendencia de colocarse debajo de mis zapatillas, y no es raro encontrarse cadáveres nuevos por el suelo, lo que me lleva a pensar que dado que no parecen bichos muy "avispados" (¡ja!), su método de evolución es reproducirse a centenares... lo que me aterra profundamente.
Y ni siquiera son mariquitas de buen corazón como Francis
Los siguientes son también bastante típicos, pero aquí, como en cualquier ciudad costera me imagino (madrileño, lo más parecido a una costa que he visto es cuando me bañaba), tienen una guerra mortal entre las dos especies por bien quien hace más el cabrón: palomas y gaviotas. Respecto a fastidiarme a mí, ganan las gaviotas sin duda. ¿Quién necesita gallos o despertador cuando tu gaviota preferida se pone a graznar a las 7 de la mañana los SÁBADOS? (sí, porque los días de diario bien que se calla la jodia). En su guerra particular ganan las palomas sin embargo. Durante la visita de MrJa y MrK pudimos observar varias batallas entre los dos ejércitos, en los que las gaviotas salían siempre perdiendo ante el disciplinar grupo colúmbido. De hecho, me ahorro las fotos que eran desagradables, vimos los restos de dos gaviotas que cayeron ante los afilados picos y certeros bombardeos... war... war never changes...
Ramgull, el último héroe de la resistencia. Murió poco después en una emboscada.
Me traslado ahora del centro de Bristol a las afueras donde está mi empresa. Aquí encontramos al animal inglés por excelencia (no es el hooligan): el cuervo. Nada que decir de ellos, son negros, si has leído a Poe dan mal rollo y molestan a mis animales de granja. Sí, animales de granja. Porque no hay nada mejor que tener una empresa de alta tecnología al lado de una granja con vacas, cerdos y caballos. Afortunadamente guardan una distancia prudencial que hace que nuestras narices estén a salvo. Desafortunadamente, empiezo a sospechar qué llevan esos señores en sus pesadas bolsas de basura y por qué los clientes que amenazan con dejarnos no vuelven a ser vistos...
Este gitano tan majo es el que se encarga de la granja. Tiene un no sé qué que...
Pero vamos a la chica, los dos animales que más me ha sorprendido ver y por los que he escrito esta entrada. El primero de ellos no lo he vuelto a ver, pero vi 4 diferentes durante las primeras 3 semanas de estancia aquí (así que espero volver a verles cuando llegue la primavera): las zorras (again, hablo de animales). En un país donde se practicaba la caza del zorro, uno pensaría que no quedan muchos. Pero no, campan a sus anchas por la ciudad. Sí, sí, por la ciudad. No es que los haya visto por la zona de mi empresa (que como habéis supuesto, no está en el casco urbano precisamente), aunque la foto sea del que vi allí. Sino que los otros tres los he visto circulando por la carretera, robando comida de las basuras y viviendo en una casa en ruinas (quiero decir, más en ruinas que las habituales).
¡Yay! ¡Una foto que he sacado yo! ¡True story!
Y el avistamiento que de verdad me impactó tanto que no pude ni sacar una foto (bueno, hay muchos sin foto, pero no sé para que le iba a hacer una foto a una paloma). Saliendo un día tarde del trabajo, osea, a las 1900 (moríos de envidia), me los encontré en un pequeño jardincito que hay entre dos de los edificios de mi empresa: un grupo de tres ciervos. Vamos, una cierva y dos cervatillos (lo sé no sólo por haber visto Bambi, lo que me certifica como un experto, sino porque ademas no me he convertido en un adorno en los cuernos de un ciervo macho). Yo estaba a lo mío poniéndome los cascos y cuando levanté la vista me los encontré comiendo delante. Obviamente, ellos estaban flipando tanto como yo (¡tío! ¿qué haces en el curro a las 1900?), pero fueron más rápidos que yo y salieron corriendo antes de que yo pudiera sacar la cámara. Mi sorpresa era mayor porque, como os podéis imaginar, hay una valla rodeando el complejo. No les he vuelto a ver, ni creo que lo haga.
Esto explica cómo saltaron la valla (sí, ¿qué pasa? carezco de visión espacial)
Y hasta aquí mi relato. Podría haber sido mayor si en algún momento de estos 5 meses me hubiera dado por visitar el zoo que tengo a 10 minutos escasos... pero eso hubiera sido hacer trampa. En futuras sesiones quizá hable de lo que los australianos consideran la otra "flora y fauna".
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