domingo, febrero 27, 2011

Mi primera vez

Ya llevaba tiempo deseando hacerlo. De hecho, tuve muchas oportunidades de hacerlo en Navidades en España, pero preferí a una mejor ocasión. Lamentablemente, eso ha hecho que mi primera vez haya sido pagando en lugar de gratis. No me avergüenzo de ello, sólo me duelen las libras, aunque ha sido más barato de lo que esperaba (aunque según los comentarios, he pagado mucho más de lo que hubiera pagado en España).

Todo empezó el viernes, cuando antes de irme del trabajo pregunté a un compañero, también español, qué había que decir en estos casos, ya que como digo, es mi primera vez. Se lo pregunté a él porque ha vivido en Estados Unidos durante un tiempo considerable, y porque tiene pinta de haber necesitado estos servicios especiales. Mi compañero me tranquilizó un poco, diciéndome que era algo normal, y que básicamente o bien me dejara hacer o intentase describirle, con mi limitado vocabulario inglés, qué quería.

Mi compi. ¿A que tiene pinta de haber utilizado antes esos locales?

Pasé el resto de la tarde mentalizándome, buscando en internet algo de vocabulario con el que romper el hielo, sin éxito, e intentado ver si había algún local que facilitase el servicio cerca de mi casa. Para mi sorpresa, y a pesar de ser un oficio bastante antiguo, google me dio la localización de varios sitios cercanos donde podrían ayudarme. Así que ya sólo me quedaba reunir un poco de valor, a lo que me ayudó el brebaje mágico que me enseñó MrJa.

Sábado por la mañana. El sol me despertó a las 7 Quise levantarme pronto para llegar al sitio en cuanto abriesen y que no me viese nadie. Obviamente, no salí de casa antes de las 12. Seguía intentado aplazarlo, ver si podía aguantar alguna semana más, pero la situación era ya inaguantable, hay situaciones que no se pueden prolongar hasta casi los 30.  

Salí de casa con algo más de decisión. Casi como un presagio de lo que podía ser mi experiencia, empezó a llover. Llegué a la calle principal en la que google me había mostrado varios de los sitios. El primero parecía poco apto para mí, muchas chicas atendiendo a otras mujeres utilizando muchos instrumentos que no había visto en mi vida. El siguiente local parecía un poco más apto para mi gusto, con un toque clásico. El tercero era un antro entre futurista y directamente hortera que no me llamaba nada, aunque varias veces al pasar en el autobús he comprobado que sus empleadas parecen tener un trato más que deseable con sus clientes. Pero como llovía me decante por volver al segundo local.

Imaging del tercer local, sólo que le falta mucho horterismo para llegar a ser una reconstrucción fiel 

Abrí la puerta tímidamente. Una agradable chica me saludó y se volvió a atender a otro cliente, un gordo enorme que no hacía más que requerir la atención por la que había pagado. Yo me quede un poco parado en la puerta, quería hacer alguna pregunta. En seguida vino un "hermano" que parecía ser el que manejaba el cotarro. Le pregunté con mi mejor tono de voz "perdoneme-la-vida"(TM) si hacía falta tener cita, ya que era la primera vez. El hombre debió notar la inocencia de mi voz y mi cara, y rápidamente me dijo que no, que me sentase y enseguida alguna de sus chicas llegaría para atenderme. 

La sala de espera no era muy grande, un asiento en L en una esquina rodeando una pequeña mesa llena de revistas. Eché un ojo por encima a la selección de lecturas, todo revistas con mujeres despampanantes en  portada.  En la sala se encontraban también un hombre bastante mayor, un chico al que apenas sí le había salido la barba, y un pequeñajo que sin duda estaba a la espera de que su padre acabase su "tratamiento". Yo, siendo bastante tímido y vergonzoso, especialmente con el niño delante, preferí sacar mi reader y seguir con la lectura de El Cercano Oriente de Asimov (y rezando por inspiración/fuerza de voluntad para ponerme a escribir. Por cierto, recomendable).  

Al rato una atractiva señorita me llamó para atenderme. Me hizo varias preguntas que no entendí demasiado bien (serían los nervios), pero intenté asegurarme de que entendía lo que quería que hiciese. Especialmente la parte en la que no quería que se llegase a ver piel. Ella, muy profesional, me sonrió y me dijo que sabía exactamente lo que quería. Yo me deje llevar y enseguida sus expertas manos se pusieron a trabajar... y menudo trabajo, ¡toda una señora!. El habitáculo disponía de un espejo, y yo no podía parar de observar cada detalle mientras ella procedía, nervioso ante el posible resultado, y quizá por eso se me hizo rapidísimo (o simplemente fue rápido porque no dí más de sí). Así que pagué (con algo de propina, aunque le tuve que explicar que era propina porque me miró con cara de ¿tú eres tonto y me has dado de más?, a pesar de que su cliente anterior le había dado también propina... ¡¡nunca más!!).

Mi cara al salir del local. Si opinas que las fotos de la entrada son totalmente random, GOTO última palabra de la entrada.

Si has llegado hasta aquí y opinas que hace al menos 3 párrafos que el obvio jueguecito se hizo cansino (o una entrada entera, vamos), opinas igual que yo. La porra la gana el que dijo que me fui a cortar el pelo a una peluquería (técnicamente es falso que sea mi primera vez, pero hace al menos 16 años que no piso una). El resultado se puede ver en mis álbumes en Facebook (proyecto EGO). Y al que opina que menuda mierda de entrada sólo me queda decirle dos cosas: siento no ser Indiana Jones y que lo más emocionante de esta semana haya sido cortarme el pelo, pero creo que le he sacado más jugo del debido, y la segunda es... STFUuuuuu!!!!!

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