martes, enero 18, 2011

Being for the benefit of Mr. K (I)

For the benefit of Mr. K There will be a post tonight on trampoline


Y eso es todo lo que he sacado de mi ¿talento? musical. De haber intentado adaptar esa canción a este post he sacado que hacer 10 mortales probablemente sea más fácil, y cómo me estaba retrasando con la entrada, recurriremos al método tradicional, ya innovaré más adelante.

Toca relatar las aventuras de Mr. K. ¿Qué quién es Mr. K? Pues una de las mejores personas que he conocido, pero como le tiene alergia a que digan la verdad sobre él, que normalmente pasaría por sensiblería y eso no se puede consentir en una amistad entre hombres estrictamente heterosexuales. Además, desde hace unos años es mi compañero de viaje durante las vacaciones, y probablemente cada viaje que hemos hecho ha sido de alguna u otra forma bastante surrealista (allá donde hemos ido, desastres nos han ocurrido). Y la visita que me hizo en Octubre no podía ser de otra manera. 

Ya he comentado que vino justo la semana que me mudé y que no tenía muebles gracias al servicio "express" de Ikea. Conociendo a Mr. K, tampoco me molesté en llenar la nevera (qué narices iba a comer yo tampoco se me pasó por la cabeza, pero como el HoN ha demostrado, comer es secundario). Así que  ese viernes me fui corriendo a casa desde el trabajo a inflar el colchón secundario y deprimirme un poco (una casa completamente vacía es algo bastante deprimente, haced la prueba si podeis).

No me dió tiempo a sacar la foto antes de que el rastrojo se metiese detrás de la encimera

Total, que como buen anfitrión me voy al aeropuerto con 30m de ventaja... que luego lamenté gracias a la 1h30m de retraso. Bueno, lo típico, pero por fin se acaba la espera y veo salir a mi amigo. Alegría por ver una cara conocida después de tres semanas por allí solito, y alegría porque los dos capullos españoles que estaban a mi lado en el aeropuerto se quedaron a cuadros porque yo era español y había entendido los comentarios que habían soltado sobre mí (la gente no aprecia la utilidad de un bolso masculino).

La idea era aprovechar el fin de semana para recorrer un poco el sudoeste de Inglaterra, y dejar a Mr. K el lunes para visitar Bristol mientras yo trabajaba. A tal efecto, alquilamos un coche. La verdad es que tenía curiosidad por conducir un coche inglés al estilo inglés. He de decir que todo resulta mucho más fácil de lo que se piensa (salvo que preguntemos a Mr. K, que se quejará de mi estilo tomando curvas, modo batmovil pero yo no necesito el gancho, ¡JA!), salvo medir la distancia al lado izquierdo, que a los dos nos resultó lo más difícil. Bueno, eso, y encender las luces, que el que suscribe salió del aeropuerto a la autopista sin haberse acordado de ese pequeño detalle (bueno... ¿quién quiere que le vean en una autopista?).

Otro autorretrato... esta vez de mi etapa emo (y gay)

Llegamos a mi casa, y decidimos acostarnos para madrugar y salir de viaje. La noche del día siguiente teníamos reservado hotel en Exeter, y había bastantes cosas que hacer ese día... Así que como buenos españoles no salimos de Bristol hasta casi la una de la tarde. Eso sí, Mr. K tenía antojo de desayuno inglés, así que nos fuimos a una cafetería a tomarlo (aunque luego se rajó ante la cantidad de grasas... aficionado). Por cierto, que caímos en una cafetería con camarera española (que me dió su número de teléfono por si quería quedar alguna vez con españoles... número falso por cierto, quiero pensar que no fue tan tonta de hacerlo a propósito después de decirme que trabajaba ahí todos los fines de semana).

Así que salimos disparados a nuestra primera parada. Un pequeño pueblo excavado en sal que hay a unos pocos kilómetros de Bristol.... y que no fuimos capaces de encontrar. Bueno, no pasa nada, vamos al siguiente punto: Stonehedge. Mr. K ya había estado, y yo me conformé con ver las piedras desde fuera de la verja... que por cierto estaba a tan solo 3m de donde estaba la gente que había pagado por entrar (*cof* timo *cof*). 

Modo express que se nos hacía tarde: a Salisbury. Antes de entrar a la ciudad, visitamos un antiguo fuerte celta que hay cerca. El sitio era bonito, pero los dos empezamos ya a discernir las principales características de los sitios de interés ingleses, a saber: están en mitad de la nada (literalmente), y dios te libre de cruzarte con coches en sentido contrario. 

La típica carretera inglesa, una trinchera de la segunda guerra mundial que han asfaltado... alguna incluso la han ensanchado para que DE VERDAD puedan pasar coches.

El relato del resto del día lo dejo para otro post, que este ya se está alargando. Algunas veces pienso que debería planificarlos o al menos no cortar cuando me diese la gana, pero luego pienso en mis queridísimos lectores y digo: ¡bah!.

1 comentario:

Carlos dijo...

Opino que deberías volver a la cafetería y decirle a la camarera que el número estaba mal. ¿Qué tienes que perder?