domingo, diciembre 12, 2010

La búsqueda de un hogar (III)

¡Ah! Las inmobiliarias... que gran mundo. Tras mis primeros cuatro días ya me iba quedando claro que lo de encontrar piso no se iba a resolver pronto. Para ese domingo conseguí una cita a través de la web del infierno para un piso compartido... era como el vecindario de "Mujeres Desesperadas" pero en inglés y cutre... amén que, para el tío del anuncio, disponibilidad inmediata significaba "en algún momento de Octubre". Yay... mi gozo en un pozo. Pero en mi primera semana de curro mi jefe me dijo que me largase a las 12 y me fuera a patearme Whiteladies (una de las calles molonas de Bristol, y donde coexisten una decena de inmobiliarias pugnando entre sí por captar residentes... o puede que sólo estén ahí viendo a todos los desesperados recorriéndose una y otra vez las calles de Bristol. He de decir que Whiteladies me la recorrí varias veces en rondas de preguntas, buscando lo que fuese literalmente (bueno, dentro de unos límites, que me restringí las zonas con un acceso más que difícil al trabajo). En mi primera visita, no encontré ni medio piso. Ninguna inmobiliaria tenía absolutamente nada, pero visitando las webs de las mismas inmobiliarias, encontraba de vez en cuando algún pisito para visitar. 

El primero de ellos estaba bastante bien. A 5 minutos andando de Cabbot Circus (es el megacentro comercial en Bristol... obviamente es lo único interesante que hay en la ciudad y tiene unos multicines), y por las fotos parecía bastante bien. La dirección era un poco rara... 51.02... No tenía muy claro si era el número de portal y del piso o qué. "Obviamente" era el nombre del edificio. Así que el mismo lunes me planté allí por la tarde muy tarde para esta gente (osea, las 6 de la tarde). Yo llegué tarde, el de la inmobiliaria llegó aún más tarde pero el piso me gustó (y como digo, empezaba a estar necesitado, que ya había ampliado el hotel 2 días más). Le digo al de la inmobiliaria que me lo quedo. Él me dice que genial, que cancela una visita del día siguiente y que por la mañana contacta conmigo para empezar los trámites. Me paso el día siguiente pendiente del teléfono cual quinceañera esperando la llamada del chico que le gusta. Al igual que la quinceañera, no recibo contestación. Pero me decido a llamar yo. 

- ¿Oiga? Que quedaron ustedes en llamarme  y no lo han hecho todavía, pero les llamo para que vean que estoy interesado y tal.
- Erm... sí, sí, este... pues verás, que necesitas un... un... ¡un avalista inglés!
- Bueno, pues voy a ver que puedo hacer... (es decir, buscar otro piso)

O puedo recurrir a mi avalista inglés. Me ha dicho que pone su osito como fianza...

Por si acaso le cuento el rollo a mi jefe, que insiste en que normalmente aquí sólo te piden alguien que confirme que tienes trabajo, durante cuanto tiempo y cuanto cobras. Yo, sigo opinando que si me piden un avalista, significa alguien que de la cara si no yo pago y que es un poco gore pedirselo a alguien a quien prácticamente acabo de conocer, pero bueno, por intentarlo que no quede, así que vuelvo a llamar.

- ¡HOIGAN! Que tengo el avalista inglés.
- Erm... ¿sí? Vaya... pues... este... pues tienes que conseguir un... un... ¡¡una almáciga!!
- WTF? Bueno... podría conseguirla yo creo...
- ¿Sí?... y... erm... hum... este... ¿dijiste que 6 meses? Oh, el contrato es mínimo un año.
- Me resulta sospechoso que cada vez que llamo se inventen algo nuevo para que no alquile el piso...
- Adiosmetengoqueirquesinomedeguellanunplacer

Que no se diga que no se captar indirectas, hora de partir a buscar pastos más verdes... o directamente pastos que no puedan considerarse un desierto. Mi siguiente visita es para ver otro piso de una habitación, no muy lejos del anterior. De hecho, estaba bastante bien, un bajo con terraza común que era la única pega, y le dije al tío que me lo quedaba. Era tarde (sí, las 5:30 de la tarde, los lunis se acuestan más tarde que esta gente), así que los papeles se tramitaban al día siguiente. El caso es que había llegado con prisa y no me había fijado demasiado en los alrededores, pero la casa parecía bien por fuera. Eso sí, en frente había 3 talleres con pinta de abandonados y mogollón de pintadas. Mi jefe me había dicho que el anterior piso estaba casi en la zona mala... así que le llame... sólo por asegurarme. Pues sí, una casa en el centro de St. Pauls, que según los cuentos de terror de mis compañeros de trabajo esta varios peldaños por debajo de Harlem en sus peores tiempos. Reproduzco una conversación con mi jefe y el super-jefe que fué tal que así:

- Se quiere coger un piso en St. Pauls.
- No, no, no, no way. "It's an interesting place in the world" 

Además, el superjefe es un gentleman inglés que tiene como hobbie contarnos la historia de Bristol, así que había que hacerle caso (y bueno, TODOS mis compañeros de trabajo me dijeron lo mismo). Por lo que al final les dije que no quería el piso cuando me llamaron. Esta historia volió para morderme en el culo un mes más tarde. Mientras me abría mi cuenta bancaria, charlando con el empleado del banco, le pregunté qué pasaba en caso de defunción, que cómo podían mis padres recoger mis ahorros. El chico me contesto que con un certificado de defunción valía. Reproduzco (con algunas licencias) el resto de la conversación:

- Pero bueno, esto es Bristol, aquí nunca pasa nada.
- Pues estuvo a punto de pasarme.
- ¿Sí? ¿qué te pasó?
- Casi acabo viviendo en St. Pauls...
- Yo vivo en St. Pauls

No sé cómo ni por qué la tenía, pero después de decirmelo sacó una pancarta con esta imágen del cajón.

Lo que siguieron fueron unos momentos bastante incómodos en los que yo decía cosas como: "No, no, si cuando he pasado de camino al Ikea no parecía tan malo"; y a mí me echaban en cara que si era racista y que si por eso ahora vivía en un barrio de ricos. Tuve que reprimir al vallekano interior con ganas de gritar "llevo 28 años viviendo al lado del mercado de droga más grande de Europa", que ya me había dejado bastante en ridículo.

Durante este tiempo, tuve que cambiar de hotel a uno en el puerto que no tenía internet (o bueno, es más correcto decir que no lo tenía a un precio que estuviera dispuesto a pagar). Durante este tiempo cayó el Baldur's Gate. Cuento una última anécdota de inmobiliarias y prometo que ya sólo me queda la traca final. 

El viernes de mi segundo fin de semana en Bristol, llamé para concertar una cita para un piso al lado del hotel. Era carete, pero después de semana y media de búsqueda, estaba desesperado. No me dieron cita para el sábado. Bueno, vale, puede pasar, el lunes entonces... aunque el nuevo hotel se me acaba el jueves que viene... Lunes a última hora (las 6, seriously... deberíais saberlo a estas alturas). Estoy en el portal del edificio... 17:50...18:00... 18:10...

- ¿Oiga? ¡Que tenía una cita y no han aparecido!
- Uh... erm...este... ¡Le hemos estado llamando y nos aparecía el móvil desconectado! Que hemos tenido que cancelar la visita.
- Mi móvil está encendido 24h... le estoy hablando por él de hecho... 
- Nada, nada, no se preocupe por su error...
- Oiga que... este... ¿me dice el número que le dí?
- Sí, por supuesto, es el 05555555555...
- Pues sí, es ese, pues ustedes no me han llamad...
- Que no se preocupe hombre, todos nos quedamos sin batería alguna vez
- Tengo bater...
- ¡Ale!, movido a mañana, ¿misma hora? ¡¡Aaaaaaaaaaadios!!

 -¿Es el enemigo? - No, somos de la inmobiliaria...¿hola? ¿sigue estando ahí?

Bueno, bueno, calma, se habrán confundido, mañana lo veo y listo. Me llaman por la mañana de la agencia:

- ¿Hola? Que hemos alquilado el piso
-...
-¿Hola?
-*cof* *cof* ¡Hijosdeputa! *cof* - Mis compañeros coincidieron con mi opinión sobre el tema.
- Disculpe, no le entendido eso que ha dicho en un idioma de bárbaros, ya le llamaremos si encontramos algo a su gusto... o una caja de cartón debajo de un puente.

Ha habido muchas más ocurrencias con inmobiliarias, pero van a caer en el olvido que no quiero aburrir (más). Nos veremos en la siguiente entrega (con un poco de suerte hasta lo termino antes de volver a Madrid :p).

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