11 de Octubre de 2014
Madrugón, maletas con destino a Osaka, llegando mañana y no hoy, y viaje a Nara. Woohooo!!
Nara es una pequeña ciudad que es famosa por su parque lleno de templos. Sí, MÁS templos, si visitáis Japón espero que os gusten porque es lo que más abunda. Bueno, por eso y por sus... CIERVICOS!!! O como le estuve dando la brasa a MrK cada vez que veíamos un ciervo. Y los hay a mares.
La imagen está supermanida pero es que es tan mono el cartel sobre los peligros de los ciervos... |
La zona del parque está llena de ciervos que se pueden tocar y que campan como Pedro por su casa. Y puedes incluso comprar comida para ciervos y entonces se te acercan y te dan con el hocico para que les des comida... Es sumamente genial. Incluso para la señora mayor a la que le estaban tirando del bolso para conseguir comida.
A MrK le alegra mucho la insistencia de los ciervos por conseguir comida... |
Nuestros pasos nos encaminan hacia los jardines de Isuien, que tienen la fama de ser los mejores jardines de toda la ciudad. A la entrada un amable voluntario (que creo que es un eufemismo para retirado al que hay que buscarle cosas que hacer) nos saludó y decidió acompañarnos durante la visita. Es un sitio ciertamente precioso. En un engrish poco dado a la interacción nos explicó algunas cosas como que se usan cuatro tipos de árboles en los jardines tradicionales: pinos, arces y otros que no recuerdo. También el junco es un elemento decorativo, aunque creo que no cuenta como árbol. Es ciertamente impresionante darse cuenta de que el fantástico paisaje es un producto de años y años de planificación. También hay un par de casas de té diseminadas por el jardín, habitáculos muy pequeños diseñados para tomar el té de forma muy privada.
Y al fin sé donde se grababa la prueba de las zamburguesas de Humor Amarillo... |
A la salida del jardín hay un museo que también visitamos porque está incluido en la entrada y... bueno.. ya se sabe... IT'S FREEEEE!! Pero el nombre de museo le viene muy grande. Más bien sala. Y una no especialmente interesante. Pero el jardín merece muchísimo la pena así que este es un añadido curioso.
La ruta continua hacia el templo de Todaji. Este templo contiene un buda gigante bastante llamativo. Aunque no tiene nada que reñirle al edificio que engloba al buda, que es gigantesco también. Eso sí, estaba hasta la bandera. Entre tanta gente y tanto ciervo resultaba un poco complicado caminar incluso.
I'm big, big Buda! |
Un par de templos más en la ruta, de nombre desconocido, y llegamos al santuario de Kasuga Taisha. Un lugar también bastante conocido por su enorme colección de linternas de piedra, que alcanzan hasta donde llega la vista. Es ciertamente impresionante ver tantas linternas alineadas y debe ser mucho más impresionante verlas encendidas durante el festival de septiembre, de la que sólo quedaban los restos.
Luego se quejan de la contaminación lumínica de Madrid... ¡pero si hasta se ha quemado la foto! Ejem... |
Se acercaba la hora de comer así que decidimos empezar a volver hacia el tren. De camino intentamos parar en un par de sitios mencionados en la Lonely Planet pero... claro... están mencionados en la Lonely Planet así que hay colas kilométricas. Tampoco fue mucho problema porque no es que pudiésemos ver mucho más en el parque. Ya sabéis. Obras. Malditas olimpiadas...
En ocasiones veo andamios... |
Lo que sí vimos de vuelta fue el festival anual de corte de cuernos. Sospecho que además era una de las razones por las que había tanta gente. Para controlar la agresividad de los ciervos macho y que no se dediquen a atacar a los transeúntes, llegados a cierta edad se sierran sus cuernos, que luego puedes comprar en casi cualquiera de las abundantes tiendas de recuerdos. El caso es que la sierra es toda una ceremonia que decidimos saltarnos, pero para la que había cola.
Nos paramos a comer en un restaurante de okonomiyaki con buena pinta ya en la ciudad. Pero resultó ser una trampa mortal... para el bolsillo. Nara es claramente muy turística. Y tiene precios a la altura.
Y así comienza la ciudad, con una mezcla de gente y ciervos. |
Cogimos un tren a Osaka y de ahí el metro hasta la zona en la que estaba nuestro hotel. Los que me conocen saben que soy algo rata, y creo que ha quedado patente en este viaje. Este hotel lo había pillado yo. 10€ la noche cada uno en habitaciones separadas. Agarraos que vienen curvas.
En todo el viaje no habíamos visto ni un mendigo. Resulta raro, pero es muy difícil darse cuenta de este detalle cuando estas viajando. En Shin-Inimamiya, la zona de nuestro hotel, los hay a cientos. Según salimos de la estación vemos lo que no puede calificarse de otra forma que no sea campamento de unos 50 indigentes en los soportales de un edificio. La zona está muy deprimida, y caminar hasta el hotel nos muestra una parte de Japón que yo creo que es muy poco conocida. Con gente completamente borracha, meando en la calle, llorando... resulta preocupante tanto por el pobre estado en el que están como por la posible inseguridad de la zona. Estoy más o menos seguro de que no debe ser demasiado problemático, pero no se puede evitar tener esa sensación de que hay que salir de ahí echando leches.
Y el hotel no es mucho mejor. Hay una ducha para todo el edificio. No, no un cuarto de duchas, una sola ducha. Para un edificio de mínimo diez plantas con unas treinta habitaciones por planta. Fantástico. Me toca una habitación de corte oriental que es poco más que un zulo. Y además apesta a esparto. La ventana de la habitación da a un patio interior dominado por cientos de aparatos de aire acondicionado. Encima nos informan de que el hotel cierra sus puertas a las once. Por seguridad. Llamadme pijo pero dado que de momento me lo puedo permitir, no vuelvo a un sitio de diez euros la noche ni loco.
Aunque MrK estaba muy contento de no tener que dormir en mi cuarto. El suyo al menos tenía una cama... |
Dejamos nuestras cosas y huimos de allí horrorizados rumbo a la estación de Osaka pensando que siendo la estación principal la zona será algo mejor y allí podremos ahogar las penas en algún sitio que no sea al aire libre con otros amables contertulios. Es como entrar a otro mundo. Altos rascacielos, calles bonitas, comercios... Incluso bares de verdad. Nos tomamos un par de cervezas en Captain Kangaroo para ahogar las penas, que son tres: nuestra residencia actual, nuestras maletas que se encuentran viajando desde Kyoto y nuestro nuevo amigo Vongfong.
Vongfong es OTRO tifón que se acerca a Japón y que nos va a fastidiar los planes. En tres días tendríamos que estar rumbo a Hiroshima para coger un ferry y dormir en la isla de Miyajima en un ryokan, un hostal típico japonés de los de dormir en el suelo con paredes de papel. Y no sé si hay algo en esa frase que no suene a irrealizable durante un tifón. Además, el tifón nos obligará a permanecer en el hotel ese/os día(s). Así que, sin saber qué hacer, bebemos y nos metemos un banquete de sushi en un loca que apodamos Don Gato, por el anuncio que tenía a la entrada. Un banquete muy bueno debo añadir.
Volvemos temprano para que no nos cierren el hotel. MrK le ha buscado un nombre. A partir de ahora le llamaremos Jalcatraz. Nos separamos y me dedico a torturarme durante el resto de la noche leyendo sobre el nuevo tifón y las expectativas. Al menos tenemos Wifi...
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