miércoles, diciembre 24, 2014

Dos maduros en Japón (XI) - Templos, templos, templos...

8 de Octubre de 2014

La ruta de hoy es la ruta de los castillos. Empezando por el castillo de Nijo, un poco al norte de donde se encuentra nuestro hotel. Un castillo bastante resultón. Tienen figuras que simulan el área de recepción del señor del castillo, un montón de pinturas sobre las maderas de paredes y techos, puertas y paredes de papel ricamente decoradas... Además, al igual que el último templo que visitamos ayer, es patrimonio de la humanidad. Así que no hay excusas.

La siguiente parada fue a dasayunar. Pero no bolitas de arroz. Paramos un momento a comer en un sitio de comida rápida donde nos pusieron unos boles de arroz con carne muy apetitosos, así como la siempre presente sopa de miso. Comentar que el sistema para pedir en estos sitios puede resultar raro a un occidental. La mayoría tienen máquinas en algún punto de local en la que tienes que ir, seleccionar el plato que quieras, pagarlo y luego darle el ticket al camarero. Siempre se agradece no tener que lidiar con el idioma y poder elegir por imágenes.

He reducido las fotos de comida, pero si habíais pensado que os íbais a librar de ellas es que no me conocéis...

Dirigimos nuestros pasos hacia el cercano parque imperial. Lamentablemente, para visitar alguno de los edificios presentes en el parque hay que pedir un permiso especial y algunos otros rituales y gaitas que nosotros no habíamos tenido la previsión de hacer. Pero el parque en sí está bien. Muy bien. Y es descomunal. Tanto el parque en sí como los caminos. Todo tiene una dimensión enorme.

Es tan grande que no cabe ni en la diagonal de la cámara

Cuarenta minutos de caminata después fuimos al santuario de Kitano Tenman-gu. Otro santuario más. Empiezo a estar algo cansado de ellos. Añado los santuarios de Kenkun, Daitokuji y el de Shimogamo la lista también. . Templos. Todos iguales. Definitivamente mucho peor que lo de las iglesias. Aunque reconozco que el de Daitokuji es curioso. Le llaman el pabellón dorado porque su edificio principal es de ese color. Pero como probé ahí el helado cremoso de té verde, le he quitado puntos.

Admito que viendo la foto es algo mejor de como lo describí en el diario...

Volvimos por el parque imperial y nos acercamos a ver el mercado de Nishikasi, una zona de galerías llenas de tiendas de comida de Kyoto. Vamos, una zona parecida a la que vimos ayer, solo que esta sólo tiene tiendas de alimentación. Decidimos parar a merendar/cenar en un sitio aleatorio que vimos. MrK repitiendo okonomiyaki, aunque resultó ser peor, mientras que yo probé los yakisoba, fideos fritos. Buenísimos. A destacar la abundante cantidad de turistas chinos que había por allí. Sí, se les diferencia a la legua.

Que siga la ronda de fotos de comida. Que siga.

Aprovechando que estabamos por la zona de Tokomocho, no sé si se llama así de verdad pero es la zona de salir de fiesta, nos acercamos a Sake Asakura, un local especializado en sake, con una variedad absurda del susodicho licor. Encontrar el sitio llevó algo de tiempo ya que se encuentra en la segunda planta de un edificio cochanbroso al que se accede a través de un callejón mugriento. Vamos, que nos temíamos que nos fuesen a sacar el riñón para venderlo en el mercado negro.

Pero resultó que el dueño era un tío majísimo. Quiero decir, una vez pasamos la estupefacción de que nos dijese que cobraba por sentarse. Nos estuvo comentando que había adquirido un amplio conocimiento sobre el saque a base de beberlo en abundancia durante su juventud y nos deleitó con una degustación de diferentes saques de diferentes procedencias y sabores. Ligeros, medios, fuertes, afrutados, de otoño, de verano... Al parecer hay una gran diferencia aunque no negaré que a nosotros nos pareció agua con alcohol, a veces con un toque afrutado. Lo mejor del sitio los pescaditos momificados que nos puso de tapa, que estaban de muerte. Aunque no lo parezca, recomiendo echarle un ojo y probar el saque.

Finalmente, volvimos hacia el hotel, pero nos encontramos con una sorpresa en el camino. Un montón de gente estaba agolpada en la esquina de un cruce, haciendo fotos como locos a la luna. Y el caso es que le pasaba algo raro, porque parecía así como que se encontraba detrás de un velo, pero sin estar detrás de una nube. Reconozco que nos costó un rato llegar a la conclusión de que se trataba de un eclipse parcial de luna.

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