jueves, agosto 04, 2011

Deimar does China (XIII)

[Previously on Deimar's... esto.]

06/07/2011

Madrugón que hoy toca excursión a ver la Gran Muralla y el autobús nos recoge a las 6:30 (y aprovecho para despejar vuestras dudas: las calles ya están puestas a esa hora). Continuando con mi tónica general de reglas estúpidas sobre cuando y cómo dormir, tengo vetado dormir en vehículos salvo que sea estrictamente necesario, que si no es demasiado fácil (si os parece hardcore, deberíais ver los handicaps que me pongo al Starcraft...).


Espero que no pille a nadie por sorpresa diciendo que algo que se puede ver estando en órbita geoestacionaria alrededor de la tierra puede visitarse desde muchos lugares. Existen tres zonas de la muralla visitables desde Beijing. Bueno, en realidad existen más, pero requieren mayor paseo o están cerradas. Badaling es la sección más turística y famosa, la mayoría de las fotos de la gran muralla son de aquí y es una zona completamente renovada (al estilo chino). Simatai y Jinshanling son secciones menos visitadas y sin renovar. O al menos Simatai lo era hasta que este verano en el que ha estado cerrada por obras de renovación. Nosotros, que no gustamos de tonterías de esas como escaleras en condiciones, caminos planos o caminar sabiendo que no hay riesgo de que la piedra que pisas se desprenda contigo al acantilado, elegimos ir a Jinshanling. 

Esto es lo mejor de estas escaleras... Lamentablemente en la foto no se ve que los constructores tenían serias dificultades para contar hasta 2, ya que la mayor parte de las veces o ponían sólo 1 o 3 piedras para el peldaño en lugar de 2.

Debo señalar, que cuando se coge un tour para ir a la muralla hay que tener ojo también, porque muchos incluyen una parada a una zona comercial donde incluso se cabrean si no compras (aparte de que gastas tiempo del día). Por ello, conviene buscar los tours que especifican claramente "No shopping". Y luego vas al organizador y te aseguras de que de verdad es "No shopping" at all.

Tras tres horas y media y una parada después, llegamos a nuestro trozo particular de muralla.  Primera tarea del día: comprar sombreros chinos de paja. Y así, los seis fuimos caminando conjuntados como los pardi turístas que somos. Aunque no sean sombreros chinos, conviene llevar algo para evitar el sol. La guía del autobús nos comentó que se podía subir tanto en teleférico como andando... por caminos de tierra en la montaña. Para que os hagáis  a la idea de la viabilidad de esa segunda opción, el teleférico tarda una media hora en subir arriba del todo. Y sólo te dejan libre 3h por la muralla.

Como diría Rincewind "Yo no tengo miedo de las alturas, sino de los suelo <¿que los abogados de un tal Terry Pratchett quieren hablar conmigo para demandarme?>

Una vez arriba, tienes total libertad para hacer lo que te dé la gana, como si te quedas quieto en la estación del teleférico. Esto sucede porque el caminar por la muralla es arduo. Son muchos altibajos, escaleras que prácticamente podrían ser de mano de lo inclinadas que están. Y eso donde haya escaleras, porque en muchos tramos lo único que queda es arena porque los peldaños se han deshecho con el paso del tiempo. Por ello, cada persona tiene un ritmo y llega hasta donde puede llegar. Lo comprobamos porque Root, que además del músico residente es el más berraco, decidió tirar para delante él sólo (yo con mi ritmo de abuela de 70 años me quedé atrás... con la abuela americana de 70 años).

Admirad las magníficas medidas de seguridad. Brillan por su ausencia...

La muralla separaba Mongolia de China allá cuando era moderadamente útil. Y a los nativos de por la zona les llaman mongoles aunque eso ya no sea Mongolia sino más China (y no, creo que no les intentan insultar). De hecho, en la muralla puedes encontrar muchas mujeres nativas de la zona. Básicamente, suben hasta allí esperando a los grupos de turistas y se ponen a seguirlos. Si no les dicen que por favor te dejen en paz, te harán compañía y al final intentarán cobrarte. En cualquier caso, avanzarán con el grupo para situarse estratégicamente en las torres del camino e intentar venderte agua a la menor oportunidad. A un precio módico. A un precio módico si consideras que son la única fuente de agua y aunque has tenido previsión, no has podido llevar 20 litros de agua. Aparte de eso, también gustan de desmoralizar al personal. Cuando tu ya estás resoplando y lo único que has hecho ha sido bajarte del teleférico, ellas van a estar de charla y de broma todo el camino. Y a veces incluso cantando mientras suben esas escaleras con pendiente de 89 grados y tú estás rezando porque esas piedras a las que te estas agarrando no bailen.

 Y dura, y dura... La muralla es como el conejito de una conocida marca de pilas...

Pero por lo demás, la muralla es impresionante. Sólo llegar allí y empezar a preguntarse cómo demonios se les ocurrió construir una muralla de piedra en la cima de una cordillera en la que no hay piedra ya te deja patidifuso. Pero es que además las vistas son increíbles allá donde mires, y si subes a las torres más altas te sientes como el rey del mund (<los abogados de James Cameron me obligan a no terminar la frase ni hacer mención a que estiré los brazos en la cima... ¡ups! (pero que conste que no grité, aunque ahora que lo pienso lo mismo quedó un poco raro hacer el cristo sin decir nada...)>. Nosotros llegamos a subir a 6 torres (la señora americana sólo a la 2, ¡ja! ¡looser!. Root llegó hasta casi el final de nuestro tramo (o de lo que las autoridades chinas consideran seguro). Nos contó que a falta de dos torres para el final, para pasar a la torre en la que se quedó tuvo que saltar sobre el vacío, y que consideró que ya que el camino delante de él estaba incluso peor, era mejor volverse (yo lo habría considerado tan sólo viendo que había que saltar a la torre así que...).

No se ve el teleférico pero está ahí al fondo... en algún lugar...

Volvimos a Beijing y nos fuimos a la Plaza de Oriente (previo paso por el hostal, claro, que ya nunca despreciaré el acceso a comodidades lujosas como esos objetos de leyenda llamados duchas). Esta es la zona centro de Beijing (lo sé porque es donde está el Zara, y sí, sé que tengo una obsesión con encontrar estos locales allá donde voy). Es una zona que podría ser perfectamente la calle Preciados en Madrid, sí la calle Preciados fuera mucho más ancha, larga y tuviera más tiendas... pero los madrileños entenderéis el simil. 

Además, de esta zona sale lo que he bautizado como el callejón Diagó <cease and desist de los abogados de J.K. Rowling, estoy on fire hoy, a ver si consigo que me denuncie Ramoncín también...>. Un par de calles que salen de la zona comercial y que tienen un aspecto muy diferente al de las lujosas tiendas, Ben&Jerries y McDonalds. Para empezar, es una calle enana, pero que está hasta arriba de gente. Llena de puestos de venta de comida por todas partes, pero comida chunga de verdad. Empezamos con pinchos de alguna fruta que no supe identificar y cubiertos de caramelo. Estaba bueno pero era demasiado empalagoso. También probamos una bebida típica que preparan dentro de otra fruta que no supe identificar. Esto estaba malillo la verdad. Finalmente, los temidos puestos de pinchos de escorpión... Aquí ya no nos arriesgamos, pero principalmente porque yo era el único que no los había probado (por una vez no me lamento del "3h tarde Timmy") y cuando vi que los escorpiones estaban vivos aún estando empalados por el pincho, decidí que podía vivir sin haber probado escorpión. Sin embargo, le pongo nota muy positiva al yogur chungo que te venden. Esto es curioso porque para los chinos los productos lácteos son tan legendarios como el chocolate de verdad (por cierto, no pidáis nada con sabor chocolate salvo que sea de una cadena multinacional, me lo agradeceréis). Pero el yogur estaba buenísimo, aunque te lo tienes que tomar en el acto porque reciclan los envases y el vendedor no te deja irte hasta que no se lo has dejado con los demás.

Enjoy the nightmares!! Muahahahahahaha! (recomiendo la pantalla completa para un mayor efecto y ver como mueven sus tenacitas)

Root y Kaiser decidieron que estaban cansados (¡¡bue, pero si ellos habían dormido en el bus!!¡¡en los dos trayectos no más!!), pero los demás decidimos aprovechar para saborear la noche beijinesa. Nominalmente, y como no teníamos ni la más remota idea de por donde salir de marcha, a una zona cerca de uno de los estadios al que nos dirigía una aplicación del iPhone. Mola caber justos en un taxi en vez de en dos, no lo voy a negar. Por la noche, esa zona se transforma en zona ultrapija de marcha. He estado en Puerto Banús, vivo en una zona bastante pija, y he asistido a una muestra de Ferraris, pero creo que no había visto nunca tanto coche de lujo junto. 

Nosotros por supuesto, no íbamos vestidos a la altura (y gracias pueden dar de que no llevásemos las ropas sudadas de la excursión), pero no nos pusieron pegas para entrar a ningún sitio, salvo que no podíamos meter la cámara de Chik, así que al final decidimos no entrar (¡bie... digo... uy, que mal... que increíble decepción...). En su lugar nos sentamos en una de las terrazas, pero tras 10m nos cansamos de ser ignorados y nos fuimos a buscar garitos más de nuestro estilo. Como no vimos tiendas frikis abiertas por ninguna parte ni salas en las que tocase el Engendro, nos conformamos con sentarnos en una terraza de la zona de bares de corte occidental. De hecho, toda la zona era un poco como estar en una ciudad europea, con un centro comercial lleno de tiendas Nike, LaCoste y... erm... todas esas tiendas que venden cosas en los centros comerciales europeos (primera noticia que tengo de que hay algo más que multicines y sitios donde cenar en los centros comerciales...). Y la calle en la que nos paramos eran un montón de bares con terraza seguidos con marcas de cerveza importadas y de calidad (Cruz Campo, Budweiser, vamos, lo mejor de cada casa... </IRONIC>). Satisfechos con nuestra noche de marcha, e intentando evitar al cantautor de turno (juro que esta gente sólo tiene un estilo musical... el oriental genérico meloso...), nos volvimos al hostal a intentar dormir un poco.

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