miércoles, agosto 03, 2011

Deimar does China (XI)

[Previously on Deimar's... esto.]


04/07/2011

Beijing. ¡Ah, Beijing!. Una ciudad en la que de verdad se nota que hay mucha gente. Al metro se entra a empujones. Hay control de mochilas con rayos X en cada estación. Gente durmiendo en las calles. Una capa de polución que crea un mini-efecto invernadero sobre la ciudad. Si suena muy feo, es porque es muy feo. ¡Bienvenidos a Beijing!

Llegamos a la estación y cogimos el metro a la zona del hostal. Por fortuna, las dos noches que mis compañeros estuvieron en Beijing sin mí, se alojaron en ese hostal (creemos que eso puede tener algo que ver con la equivocación), así que se saben el camino. El hostal está en un hutong, que no es más que una calle estrecha o callejón con viviendas pequeñas, generalmente sin baño (los hostales tienen baño propio por fortuna). En su lugar, existen baños públicos cada pocos metros (algunos hasta usables por un occidental con reparos).

Hoy no hay mapa, que no nos movimos de Beijing. A cambio, aquí tenéis una foto de la fruta más hortera de la historia con el nombre más molón de la misma: Dragon fruit (o el menos molón nombre en español... Pitaya)

Primer problema del día: el nuevo hostal al que nos quieren mandar está en Parla (y no me viene bien ahora que vivo en UK así que...). Nos negamos en redondo a movernos ahí. Una rápida excursión a otro hostal en la misma calle nos confirma sitio en dos habitaciones de 3 para los dos días siguientes, pero no para ese día. Chik, también la negociadora oficial del grupo (se nota que los demás somos un poco vaguetes que le dejamos todo el trabajo a ella), consigue que nos coloquen como sea en el Happy Dragon esa noche (dos habitaciones de dos, y los otros dos a un dorm de 6). Así que carrera otra vez al otro hostal a reservar las dos habitaciones. Y como soy un melón, una tercera para asegurarme de que de verdad nos hemos entendido. La tía debía estar flipando porque de las tres veces que fui, cada una lo hice con un compañero diferente (o más probablemente estaría pensando en lo gili idiota que soy). Decidimos aprovechar lo que queda de mañana para arreglar nuestras necesidades domésticas (a.k.a. colada) e ir por la tarde a nuestra primera excursión en Beijing: el Palacio de Verano.

Decidimos salir antes de comer y hacerlo una vez hayamos llegado, que está lejillos el palacete (casi a las afueras de la ciudad). Pero claro, habíamos solucionado nuestro principal problema, así que mi poder mutante se activo otra vez (soy como el inverso de Longshot) y el metro que nos llevaba hasta allí fue desalojado a 4 paradas del destino. Los siguientes metros en nuestra dirección también son desalojados (frak yeah! ¡el día que controle mi poder seré ultrapoderoso!). Al menos el señor que anda desalojando gente es capaz de indicarnos el autobús que nos lleva hasta el palacio.

Lo gris del día no es culpa de la niebla, es mierda. True story!!

Salimos a la calle y resulta que esta parada sale a un centro comercial y una calle tan ancha como la Castellana. Calorazo, polución (dificulta un poco la respiración) y temerosos de no poder coger el autobús ya que había un montón de gente saliendo del metro. Pero por fortuna, por aquí pasan muchos autobuses y parece que la gente se dispersa entre ellos, así que cuando por fin llega el nuestro tenemos espacio suficiente como para mover las pestañas. Pero oye, ¡al menos subimos!

Al final llegamos y tras comer y que Root, Chik y Kaiser compren unos cómicos sombreros entramos al palacio a las 1500... sólo para descubrir que las "visitas" especiales cierran a las 1600-1630 (¿me aceptará el profesor X? Claramente necesito aprender a controlar mi poder...). Así que la mujer de la taquilla no nos dejó comprar la entrada completa que las incluye (algo es algo), ni nos hizo rebaja por el carné de estudiante (al grito de fake, fake! al verlos... yo creo que fue culpa de Cayo Julio César...). Pero al menos podemos comprar la entrada general que nos permite disfrutar de los jardines del palacio.

El palacio era la residencia del emperador durante el invierno, ya que los chinos son muy conocidos por su afición a la fina ironía... No, era la residencia durante la época estival. El emperador que lo construyó utilizó a 10k curritos (riete tú de las obras de la M30) para ensanchar un lago que había en la zona y construir su palacete a sus orillas. El resultado son unos fantásticos escenarios con lago que dejan en pañales a cualquier residencia real que puedas ver en Europa (y sí, te estoy mirando a ti, Versalles).

Y pese a lo que podáis pensar, eso es la torre del incienso, no el palacio...

El lago se puede navegar en barcas de pedales o de motor. Como soy masoquista y no me valió con la paliza en bici de Xi'an, abogo por coger la de pedales... y sorprendentemente esa opción gana la votación. ¡A pedalear!. Durante nuestro viaje rompemos absolutamente todas las normas sobre qué hacer y qué no hacer en la barca como:
  • Salirnos de la zona marcada: Check.
  • Estar en peligro de que nos embista uno de las barcazas que transportan pasajeros de una orilla a otra: Check.
  • Acercarnos a las zonas poco profundas donde las algas sobresalían por encima del agua: Check.
  • Hundir la barca: Check.

Juro que debajo de todo eso hay agua.

No, la última no es cierta (pero a que sonaba plausible, ¿eh?). Pese a todo, nos los pasamos como enanos (o al menos yo lo hice, si los demás no lo hicieron... pues que les zurzan, ¿no? :p). Por desgracia el paseo nos colocó en la franja horaria en las que cerraban las atracciones (la torre del incienso, el jardín de la armonía suprema, la estatua al divino genio militar... true story, ya desearía yo haberme podido inventar esos nombres...). Además, una de las atracciones divide los jardines del palacio en dos a esa hora, pero todavía se puede cruzar de un lado a otro usando las barcazas de pasajeros.

De las atracciones, y basándome en lo que vimos por fuera, las dos únicas que me llamaron la atención fueron la torre del incienso (espectacular desde fuera), y la calle inundada, aunque esta última se puede divisar desde un puente que la cruza por encima por lo que no sé qué habrá cuando dejen pasar. En cualquier caso, todo el palacio es una visita obligada porque es una zona preciosa.

Volvimos al hotel (el metro en sentido inverso funcionaba) y nos arreglamos un poco para ir a cenar. Fuimos a lo que todos hemos coincidido en bautizar como el Fuencarral chino. Una calle que no acaba de decidirse entre ser pija o alternativa llena de guiris y tiendas gafapasta. Obviamente, nos sablaron vilmente, y la comida no estaba especialmente buena, pero el paseo por el hutong está bastante bien, con mucho ambiente y tiendas curiosas que ver que abren hasta tarde (tarde para estándares chinos, la 1 o así). Incluso entramos en un garito con música en directo, sólo para descubrir que no nos gustan los cantautores chinos (excepto a Root, que es el músico residente del grupo. Me estoy dando cuenta de que somos como los pjs del Maniac Mansion, aunque no recuerdo que hubiera un personaje que fuese "el gafe"). Y con esto y un bizcocho, ¡a sobar!.

Tan Fuencarral era que hasta tenían una churrería...

2 comentarios:

Carlos dijo...

Tengo una foto en la tienda de churros, probándolos xD Sorprendentemente sabían a churros, y más sorprendentemente aún, el (sirope de) chocolate sabía a (sirope de) chocolate. Me temo que casi todos los españoles que pasamos por ahí no nos resistimos a hacer una foto al cartel de churros.

Por cierto, me gusta más el nuevo look del blog. El negro sobre blanco se suele leer muy bien. Pero los títulos en rosa quedan un poco... chinos. Se ve que has sido influenciado :P

Deimar dijo...

Es que me cansé de la gente criticando mi exquisito gusto al hacer el blog blanco sobre negro :p

Zankio! Me alegra que te guste :)