jueves, abril 14, 2011

Deimarito

A ver, tengo casi 30 años. No me importa demasiado salvo porque cada vez que hablo con mi padre la conversación acaba derivando inevitablemente hacia las frases "a ver si te consigues un trabajo de verdad" y "tienes que empezar a pensar en tu jubilación", y si no fuese porque sospecho que incluso mi padre me deja por imposible, agradecería que no este usando el "tienes que formar una familia". El caso es que esa es mi edad física pero no la mental. Todo el que me conoce con cierta confianza (o lea el blog) sabe que tengo la edad mental de un niño chico de  13 años. De hecho, borra eso, probablemente haya niños de 13 años mucho mas maduros que yo. En cualquier caso, independientemente de la edad que tenga mi interlocutor, yo siempre acabo siendo Deimarito.

Autorretrato. De cuando sólo me dedicaba a dormir mientras la "gente" se dedicaba a bailar a mi alrededor. (sacado de aquí)

Es posible que se deba porque el nombre se da a a ello. Es cierto que nombres como "FiestaLoka69"ito no tiene la misma sonoridad y elegancia, pero conozco a otros Deimar's, y jamás en la vida he oído a nadie llamarles Deimarito. No os confundáis, no me molesta. Solo me extraña y me plantea preguntas incómodas. 

Cuando era joven tenía sentido, principalmente porque me juntaba con gente mayor que yo o con gente a la que en general le gustaba ponerme motes. De hecho Deimarcito era de lo más suave. Desde IBM o Inmensa Bola de Manteca (un clásico de la época, al menos puedo sentirme cuasi orgulloso de haber tenido un mote pseudofriki... aunque IBM sux!!), hasta un precioso juego de palabras con mi segundo apellido. Bueno, también otros motes menos cariñoso como carbón e hijofruta (somos un blog family friendly), pero sospecho que debían ser motes poco prácticos, ya que el mundo está lleno de gente que responde a ellos. De hecho, la cosa escaló de tal forma con el juego de palabras de mi segundo apellido que un día mientras la profesora pasaba lista ( donde pasar lista era levantarnos y decir nuestro nombre en orden, como si se nos fuera a olvidar) yo mismo lo solté (con el consiguiente descojone general y conmigo queriendo meter la cabeza dentro del horno). Pero en general la cosa evolucionó favorablemente, empezó a conocérseme por mi primer apellido: Deimar (porque soy así de original, como los hermanos Mario).

Y todo esto me ha provocado problemas de personalidad, salvo que en vez de tirar una moneda, necesito un d20.

Ni siquiera en mi vida extraescolar podía escapar. Mi mejor amigo y su hermano, mis vecinos, que me sacaban un año y muchos años respectivamente, cayeron en el tópico de Deimarito, afortunadamente por poco tiempo. Los chicos del gimnasio al que iba a aprender karate adoptaron ese nombre con la firme convicción de usarlo hasta que me olvidase de que mi nombre no lleva un "ito" al final, incluso los que eran más pequeños que yo y no lo habían oido antes. Tampoco me salvaba en las clases de informática. Nisiquiera en las de inglés estaba a salvo. Tan grave era el tema que mi tía no paraba de repetirme que cada vez que lo oyese les soltase la rima que todos estáis pensando (sí, la que está relacionada con los árbitros de fútbol). 

Pero entonces uno llega al instituto con la firme creencia de que deja atrás su vida antigua. No más Deimarito.  Ahora sólo Deimar (y espero que los de la tienda Deima no me demanden por ponerle una r al final para hacerlo parecer más tolkeniano... ¡eh!¡que sólo tenía 13 años cuando lo inventé!). Pero no, mis compañeros recurrieron a mi apellido... mientras que algún profesor que otro recurrió al Deimarcito (NERD RAAAAAAAAAAAGEEEEEEE!!!!). Bueno, no pasa nada, son solo cuatro años y entonces a la universidad. Otro intento de vida nueva. Pues no, aunque al menos no he escuchado el Deimarito por ninguna parte. Sin embargo desde que la gente en persona me llame Deimar (algo que me choca, es que dicho suena hasta mal), hasta el más reciente Timmy. Espera... ¿Timmy? ¿y eso de donde sale? Del Rock Band... del maldito Rock Band., y esta maldita canción, y un exceso de celo cantándola por mi parte (por lo visto se me da genial interpretar a un retarde... ¡Ay! ¡No me pegue! ¡Prometo no volver a poner motes a nadie!).

Aparentemente, así es como me ven mis amigos... ¿gracias?

Finalmente, el mundo laboral. Un sitio donde debe reinar el respeto y el compañerismo. Y además yéndome a otro país, donde no hablan mi idioma, y donde les cuesta horrores pronunciar bien mi nombre (tanto que la mitad de las veces no me entero de que me están llamando). Pero claro, tengo dos compañeros españoles. Dos compañeros españoles que, obviamente, me llaman Deimarito. Y llegaron por separado a esa conclusión. Y así llegamos a la tanda de preguntas retóricas que han suscitado este post: ¿me llamará alguien alguna vez por mi nombre? ¿de verdad parezco tan joven y desvalido que hay que ponerme un diminutivo como si fuera un cachorrillo? Y en un ejercicio de imaginación extrema... ¿me llamarán mis nietos sobrinos Deimarito?

1 comentario:

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Eso es porque te quieren. De ahí el diminutivo. Aún así yo confieso que prefiero el "Deimarín" con el que se refiere a ti el Sr. K.