domingo, marzo 06, 2011

Un tailandés, un singapurense, un griego y un español entran en un bar...

Aunque parece un chiste, no lo es, fue mi cena el martes. Pero primero habría que ponerse en contexto. Desde diciembre tengo un nuevo compañero español en el curro. Además español de verdad, de los que sueltan tacos para descargar tensión, muy amigable y de los que maneja la conversación durante las comidas... es decir, otro español que me dice que no parezco nada español. El caso es que se empeño en organizar una cena con la gente del trabajo. Hasta ahí bien. El día de la cena teníamos reunidos a 7-8 personas que se apuntaban, y conocía a varias. Además el sitio pilla cerca de mi casa, así que no tenía excusa.

Entremeses

El día de la cena sin embargo, se cayó todo el mundo de la convocatoria. Hasta el chico que la organizaba, que se puso enfermo. Así que, de repente, me encontré yendo a una cena de cuatro personas incluyéndome a mí, con un tío al que no conocía de nada, otro con el que crucé dos palabras en un cake day un día, y otro que lleva dos semanas en el trabajo. La noche prometía. Ya, ya, la mayoría os estaréis preguntando de que cojones me estoy quejando. De nada, simplemente pongo en contexto. Además, que cualquiera que me conozca o haya leído el blog sabe que sufro de "pues-me-corto-mazo-con-extraños" (TM), que es para mi una enfermedad muy seria... y que en general prefiero con mucho escuchar que hablar.

El entremés que faltaba

El caso es que estuvo bien. Fuimos a un griego (¡eh! ¡Que lo sugirió el griego!) y nos dejamos guiar por nuestro guía local. Uno de mis mayores temores era que la cosa se desviase hacia temas de trabajo, pero el griego cortó hábilmente el tema en cuanto salió. Mi problema fue que apenas abría la boca. Culpa mía, lo sé. Simplemente no me sale participar en las conversaciones. Alguien se olvidó de poner la caja de voz cuando me hizo. Y además, temía que al abrir la boca me saliese algo de lo que estaba pensando. Y es que, no podía parar de pensar que me encontraba en un capítulo de Seinfield (si no la habéis visto... ¡os jodéis!, y deberíais) . Apunto estuve de llamar al griego George por el parecido que tiene con el personaje de la serie, y el singapurense, si no contamos lo de ser oriental, era el vivo retrato de Kramer, con su altura y su pelo característicos.

Dos asignados, pongamos que el tailandés era Jerry... ¿me toca Elaine?

Al margen de eso, la noche tuvo sus momentos surrealistas sin necesitar ayuda de mi imaginación. Especialmente llamativo cuando el tailandés se puso a intentar convencerme de que tenía que ir a visitar Tailandia. Yo le comenté que lo había pensado, pero que había leído que justo se acaban de cargar a un líder terrorista en directo durante una entrevista y que no parecía el sitio más seguro del mundo. Él empezó a rebatirme diciendo que en realidad no era tan inseguro. Que si no tienes pinta de oriental estas más o menos seguro... siempre que no visites las zonas "inadecuadas"... y además no vistas con ningún color que pueda... "malinterpretarse"... y preferiblemente que no salgas de las playas de Bangkok. Explico lo de los colores porque me pareció curioso. Por lo visto, tienen al menos cinco bandas "terroristas". Curiosamente, al menos para mí, ninguna de ellas lucha por quitar al rey, sino que todo el mundo parece alabarle. El caso es que ni ellos mismos tienen muy claro que defienden, salvo por el color de sus camisas. Camisas rojas (estos seguro que mueren los primeros... ¡ja! toma chiste trekkie sin venir a cuento), negras, amarillas, rosas (no kidding) y algún otro color que no recuerdo. Es como tener a los fans de los Power Rangers pegándose por ver cual era el que más molaba (pista: ninguno). La comparación de hecho fue suya, no mía. 

Filete de pollo con melocotón (muy griego me dijo el ídem)

Otro dato curioso fue cuando los dos orientales nos contaron cosas sobre la relación entre sus dos países, especialmente cuando llegaron al punto de admitir que los líderes tailandeses reciben sobornos de los singapurenses para no terminar un canal que pondría fin a la carrera como puerto marítimo de Singapur. Vamos, por lo visto es un secreto a veces, pero secreto al fin y al cabo, así que lo mismo Zordon envía a sus tropas contra este humilde blogger (para que valoréis mi entrega a la causa periodística).

Lo que se pidió el griego y yo no tuve corazón de decirle que eso ya lo he comido yo en kebabs en Madrid (y que es más guay en su versión turca)

Del griego sólo comentaré lo mucho que nos parecemos los pueblos mediterráneos. Porque con la de chistes "subidos de tono" que soltó, podría avergonzar al más curtido obrero español. Cosa que hizo ruborizarse a los orientales, a los que vi con mucha mentalidad de: hay que buscar una chica para casarse... ¡ya!. El griego además nos contó que cuando le sacaron por Bristol, todo lo que vio fue chicas despendoladas, completamente borrachas y con sus pechos intentando averiguar cómo habían conseguido escapar del sujetador y el top. Creo que yo no he salido por los sitios adecuados de Bristol.

Eso era... erm... ¿carne?  con... ¡patatas y arroz! Pero tenía un nombre griego seguro

Las fotos que aderezan el post son de los platos de la cena, para que os muráis de envidia. El griego nos prometió el nombre de los platos pero ha pasado, así que nada, sólo las fotos.

Esto era una pata de cordero, aunque no sabía que los corderos tenían hierba buena dentro del hueso

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