viernes, marzo 03, 2006

La caida

Hoy me ha pasado algo bastante curioso. Mi increíble sentido arácnido no me ha avisado del temible enemigo que se ha echado sobre mi y casi me destroza la pierna (hum... aunque quizá, sí que lo haya hecho y dentro de unas horas me este retorciendo de dolor... posible, pero poco probable...). Estaba yo tranquilamente leyendo Maison Ikkoku en el metro, cuando ese ser implacable se abalanzó sobre mí con la velocidad que solo los depredadores mas selectos pueden tener. De forma rápida y eficaz mi pierna desapareció en el vacío mientras mi cuerpo intentaba corregir la falta de una de sus extremidades... sucedió en un segundo, sucedió en una eternidad, pero no se cómo en unos breves instantes me encontraba huyendo (cojeando mas bien) hacia la salida del metro dejando a mi implacable enemigo detrás... o eso pensaba yo, sin saber, que el enemigo viajaba conmigo... mi propia torpeza. Pues sí, no sé cómo, he conseguido una proeza digna del mejor contorsionista del mundo... he metido un pie talla 45 en el hueco que queda entre el vagón del metro y el andén en una estación recta... el que pueda afirmar que alguna vez ha realizado tamaña proeza espero que lo entienda, porque lo que es yo no acabo de comprender cómo he conseguido hacer eso.


Pero en realidad no es eso de lo que quería hablar, sino de lo que ha pasado a mi alrededor en esos breves segundos transcurridos entre la desaparición de mi pierna izquierda (ahora llena de costras hasta la rodilla) en la más tenebrosa oscuridad y el rápido salvamento hecho por mi pierna derecha y la involuntaria ayuda del chico que tenía delante. Es curioso, desde niño siempre pensé en la raza humana como una especie que había avanzado gracias a la ayuda mutua, gracias al apoyo entre sus miembros, gracias a la cooperación de sus genios... que pronto se van esas fantasías al traste cuando creces. Nadie de los que estaban en la estación se ha preocupado ni lo mas mínimo... lo han visto varios, me consta, pero nadie ha preguntado si me encontraba bien o se ha interesado por saber qué ha pasado... simplemente han mirado, han visto, y han seguido su camino... no es que pueda culparles, pero es que incluso el chico al que me he agarrado (agradezco todos esos años de karate y FPSs que me han dado los reflejos suficientes como para reaccionar y salir mas o menos airoso de esta situación...) simplemente me ha mirado y ha seguido su camino después de que mi pierna volviese a ver la luz y de mi "lo siento", al que el ha respondido con un educado "de nada" antes de proseguir su camino, ha demostrado la más absoluta indiferencia. Me gustaría pensar que yo no soy así, que no siento esa indiferencia por mis prójimos... pero seguramente me estaría engañando.

Se nos enseña a hacer eso desde niños, a ignorar a los que necesitan nuestra ayuda, a pensar solo en nosotros mismos e interesarnos solo por nuestros intereses. Si no nos beneficia es mejor ignorarlo, si lo ignoras seguro que puedes hacer que no exista... me recuerda al episodio de Los Simpsons en el que unos carteles publicitarios cobran vida y destruyen Springfield... la solución al problema es no mirarles y desaparecerán... pues exactamente eso... si no miramos no existe, podemos cerrar nuestro corazón a aquellos que necesitan nuestra ayuda, podemos ignorar no solo lo que ocurre en continentes en los que probablemente nunca estaremos, sino que también lo que le ocurre a nuestro vecino. El individualismo es la base actual de nuestro mundo, por eso nadie confía en nadie, por eso no podemos concebir ningún acto desinteresado, siempre recelosos, siempre alerta porque nos conocemos y tememos que el resto sean como nosotros. Vivimos en burbujas para separarnos del resto de la humanidad y que nadie nos toque... viendo este tipo de cosas, todavía no comprendo como hemos llegado tan lejos como especie…

Tan sólo hay que recordar una cosa: si no te sirve, ignóralo y desparecerá


No hay comentarios: